jueves, junio 30, 2011

Sueños oleaginosos


Hace rato que no escribo nada sobre el agro. Menos cerca del análisis de la coyuntura, los estudios de la estructura agroindustrial que vengo haciendo hace un par de años (que en breve deberían reflejarse en un documento de CEPAL) dan menos material para post. Sin embargo, una vez cada tanto uno se encuentra con una perlita que merece ser posteada.

Recordarán que en los álgidos días del segundo trimestre de 2008 estaba instalado el debate alrededor de la sojización, el avance del yuyo maldito que todo lo ocupaba (encontraran mucho sobre el tema aquí). La diatriba se organizaba alrededor de la idea de que la oleaginosa avanzaría hasta arrasar con la diversificación productiva y ambiental.

Mucho se habló oportunamente sobre las pobres dinámicas de sectores que competirían con la soja como la carne, la leche y el trigo o de la distribución de responsabilidades entre la soja y las políticas agropecuarias como para que valga la pena repetirlo aquí. Sin embargo, un reciente hallazgo me permite darle otra vueltilla de tuerca.

Como ustedes bien sabrán, el sector agroindustrial (aka agropecuario), experimentó en los últimos 30 años una transformación productiva y tecnológica que alteró radicalmente la forma de organización sectorial y que es la que permite explicar el fenomenal crecimiento de las cantidades producidas.

Esta transformación, que tuvo a la soja como principal actor, incluye cosas como el pasaje de una estructura integrada verticalmente a una organizada en forma de red, el crecimiento de la producción bajo arrendamiento, la difusión de la siembra directa y de la agricultura de precisión, de los cultivos genéticamente modificados, la profesionalización de la producción y el mayor uso de fertilizantes y agroquímicos, la feedlotización de la invernada vacuna, la tecnificación y concentración de la producción láctea, el desarrollo del polo de crushing y, más recientemente, de producción de biocombustibles, etc, etc, etc.

Dentro de estas transformaciones, a mi entender, una de las más relevantes fue el surgimiento de la soja de segunda. La soja de segunda, como su nombre lo indica, tiene la característica de poder ser producida con una segunda ocupación de la tierra en una misma campaña. Es decir, a diferencia de los cultivos tradicionales, que permiten una sola cosecha al año, la soja de segunda permite que la tierra sea utilizada dos veces en una misma campaña.

La soja de segunda en Argentina comienza a crecer desde fines de los ochenta, de la mano de la siembra directa y de la llegada de la soja resistente al glifosato. Sin entrar en detalles, ambas tecnologías permiten reducir los tiempos de labranza necesarios entre cultivos lo cual libera unos críticos 15/20 días de producción y dan tiempo suficiente para que crezca la soja.
El gráfico muestra la evolución de las hectáreas sembradas con soja de segunda desde los ochenta hasta principios del siglo XXI. Como puede observarse esta tecnología permitió correr la frontera productiva en unos 3 millones de hectáreas de crecimiento intensivo. Al estar necesariamente acompañado de otro cultivo (trigo, cebada, etc) coincidirán que difícilmente este tipo de soja tenga las propiedades arrasadoras asociadas al crecimiento del yuyo maldito.

Ahora bien, veamos la historia reciente de la soja de segunda en comparación con la de la soja de primera, que permite tan sólo un cultivo anual.

El gráfico muestra varias cosas interesantes. En primer lugar, notarán que en las cinco campañas entre las campañas 2003/04 y las 2007/08 no hubo crecimiento en las hectáreas destinadas a la soja de primera, con una siembra estable alrededor de las 11.5 millones de hectáreas. Es decir, durante esos cinco años no avanzó sobre otros cultivos.

En cambio, se observa un crecimiento de 2.2 millones de hectáreas destinadas a la producción de soja de segunda. Es decir que todo el crecimiento de la soja durante el periodo se produjo complementando y no sustituyendo a otros cultivos. Es bastante dificil hablar de "sojización" durante este periodo ¿No?

Ahora bien, muy distinto es el comportamiento de ambas series a partir de la campaña 2008/09. En primer lugar, se observa cómo, en tan sólo dos campañas, la hectáreas destinadas a la soja de primera se incrementan en 4.8 millones. No existe ningún bienio en los últimos cuarenta años con un crecimiento tan acelerado de la soja de primera. En simultáneo, las hectáreas destinadas a la soja de segunda se reducen en 3 millones de hectáreas.

Es decir, si hubo un proceso de sojización en la última década este empezó con la crisis del campo, que, entre otros tantos, planteaba como objetivo detener el avance de un proceso hasta entonces inexistente. Vea usted correlación si quiere, pero a mí la causalidad entre el diseño de las políticas agropecuarias poco felices desde 2007 y el avance de la soja que sustituye y no complementa me resulta evidente. Pocos ejemplos tan claros como este se me ocurre merezcan estar en los manuales de microeconomía básica.

Para quitarle las dudas que puedan quedarle vea el siguiente gráfico, con la evolución de los precios relativos de la soja en relación al trigo y al maíz. Las zonas sombradas representan la época de siembra de soja. Como puede verse no ha habido en el pasado reciente ninguna señal de precios favorable a la soja que justifique tamaño movimiento e incluso se observa en la campaña 2006/07 y en la última movimientos que perjudican a la soja en beneficio del trigo y el maíz.

Así las coas. Si hay algo en la sojización del agro que no les gusta, ya saben a quien llamar.

Atte

Luciano

jueves, junio 09, 2011

Calma Chicha

Hace un trimestre, cuando todavía posteabamos de modo regular, nos preguntábamos cuál de los tres escenarios enfrentaría la macroeconomía argentina en el futuro cercano. (a) Un aterrizaje suave y elegante, con crecimiento convergiendo hacia algo sostenible e inflación en baja, (b) un proceso de bajo crecimiento e inflación inducido por la sobreapreciación del peso y/o un aumento de los salarios reales hasta el punto en que se vuelven recesivos o (c) una crisis de balance de pagos resultado de la cada vez menos alentadora posición de la cuenta corriente y de la salida de capitales.

La dinámica que finalmente se produzca, decíamos en aquel entonces, dependerá crucialmente de los impactos mutuos que existen entre las distintas variables macro (y de sus tiempos y elasticidades). ¿Qué apreciación se banca el nivel de actividad? ¿y la cuenta corriente? ¿A partir de qué punto la inflación empezará a afectar el ritmo de crecimiento? ¿Cuánto se acelera/desacelera la inflación con crecimiento de la actividad? ¿Cómo depende todo esto de las decisiones de política macroeconómica? El trabajo del economista es, justamente, trazar todas esas flechitas uniendo variables, tratando de encontrar relaciones de causa y efecto y, dentro de los posible, cuantificarlos.

Dicho esto. ¿Qué está mostrando la dinámica macro hoy?

En primer lugar tenemos lo que se observa en el siguiente gráfico. Utilizando los datos de inflación de Chubut, Jujuy, Rio Negro, Neuquén, San Luis y Tierra del Fuego (creo que perdimos La Pampa, que desde hace unos meses tiene movimientos algo sospechosos) construimos, en una versión simplificada del indicador que presentáramos acá, un índice de inflación “Núcleo”.

Al eliminar la volátil influencia de alimentos y bebidas, una serie de estas características refleja mejor el proceso de “inflación subyacente” que el Nivel General. Lo ideal sería también eliminar precios administrados, pero, por un lado, no están fácilmente disponibles y, por otro, son poco comparables entre provincias.
El dato más interesante del gráfico anterior es que la inflación núcleo parece haberse estabilizado en un 24% anual desde mediados del año pasado. Noten que este indicador no presenta la caída de casi cuatro puntos en la tasa de inflación que se ve en el nivel general, con un máximo a un 27/28% interanual, que se explica por el comienzo de reversión del shock negativo que hace un año sufrieron las carnes.

La pregunta relevante aquí es ¿Qué está pasando con el proceso inflacionario? ¿Por qué se habría estabilizado?*

Mi primera aproximación es que la economía está experimentando un evidente (y agrego saludable) proceso de desaceleración en su ritmo de crecimiento que llevó el 9/10% del fines de 2010 a algo más cercano al 6% en el segundo trimestre. Quienes, como este servidor, creen que hay alguna relación entre el ritmo de crecimiento “en exceso” de un país y la aceleración de la tasa de inflación verán en esto una fuente de contención de la inflación.

Vean el siguiente gráfico donde se compara, alternativamente, el crecimiento de la actividad** (y en punteado el exceso del arbitrario crecimiento de largo plazo de 4.5%) y la inflación núcleo. Vea usted si quiere correlación, pero a mí me cuesta no ver causalidad.
Es decir, en una primera versión podríamos decir que la inflación es relativamente bien capturada por algo así como “Infla hoy = Infla ayer + alpha * (crecimiento -4.5%)*** que no es otra cosa que lo que Lucas planteara en este post . Sin embargo, el problema es que, así planteado, la reducción del crecimiento “en exceso” no alcanza para explicar la estabilización del proceso inflacionario. 6% sigue siendo mayor a 4%/4.5% y la inflación no debería estabilizarse sino seguir creciendo a un ritmo más lento.

Lo que nos falta se ve en el siguiente gráfico.


Es decir, el resto del trabajo sucio lo está haciendo la apreciación del tipo de cambio real. Moviendose en un entorno relativamente estable alrededor de los mínimos durante la crisis financiera, el TCR podría estar, según esta simple interpretación, afectando positivamente la dinámica inflacionaria, de la misma forma que la aceleración del 2009 puede ser leída como la respuesta nominal al intento de llevar esa variable a los valores pre crisis.

Entonces, tendríamos que: “Infla hoy = Infla ayer + alpha * (crecimiento -4.5%) + beta * “shocks de oferta”...

...donde dejamos para este “shock de oferta” los movimientos varios que puede experimentar la curva de oferta incluidos los cambios en el Tipo de Cambio Real, la intensificación de la puja distributiva, los cambios en las expectativas, etc. Hete aquí, en su versión más simplificada, el modelo de inflación que este servidor tiene un su mente****.

En conclusión, si esta interpretación es correcta, lo que tendríamos es que el movimiento horizontal que la inflación muestra hace un año podría sería el resultado de una presión de demanda que, cada vez menos fuerte, es compensada por la apreciación del tipo de cambio real. Esta dinámica invita a ilusionarse con que, si el sector externo nos da algo de tiempo, tal vez el escenario de soft landing no sea tan improbable como insinuaba en este post.

El riesgo, claro, es que la desaceleración no se frene en 4.5% y/o que durante el proceso de desaceleración al balance de pagos se le ocurra darnos alguna mala noticia, pero ese es otro tema que dejamos para otro post para cerrar este en tono optimista.

Atte

Luciano

*Me pregunto, dicho sea de paso, cuál será la explicación del CENDA y/o de quienes tienen una explicación estructural de la inflación.
**La serie de crecimiento es el IGA de Orlando Ferreres
***Vale aclarar que ese 4.5% no es otra cosa que un intento de capturar el “output gap” y que será bastante más alto en contextos recesivos. Es tan sólo una aproximación generosa al Crecimiento de largo plazo.
****Noten que es un modelo estrictamente real aka. "no monetario".