jueves, marzo 22, 2012

Mirem-se no exemplo, daqueles riscos, de Atenas


Por Economic Psycho

Sobremesa sin postre

- ¿Y qué es el riesgo? – preguntó un curioso en la mesa del restaurante, ya entrada la sobremesa (uy, que bueno eso…). Se notaba que la cosa venía de desafío.

- ¿Un sistesma para suplanstar la llusvia en el camspo? – intentó suavizar el chistoso del grupo.

- Una medición de la incertidumbre – aplicó con rudeza el economista de la mesa, antes de que la respuesta anterior se devorara el tema.

- Ajá, ¿y como se mide? – insistió el indagador, con esa media sonrisa que nunca logra ocultar escepticismo.

- Fácil, a partir de sopesar las distribuciones de probabilidad de los distintos eventos posibles – dio por cerrado nuestro riguroso teórico.

- Un ejemplo, un ejemplo… - pidió otro, insólitamente entretenido con el tema.

- Suponete que un inversor tiene que tomar una decisión de comprar diferentes bono nacionales de distintos países. Uno de los eventos posibles es el no pago. Es posible ponderar entonces los rendimientos esperados del bono por la probabilidad de repago de cada uno, para saber qué decisión tomar. –

- Ta bueno. ¿Y de donde sale esa probabilidad? – insistió el pragmático preguntón.

- Se calcula, se calcula… - replica el economista, levantando la cabeza y mostrándose algo fatigado por tener que dar tantas explicaciones a esos iletrados (o imatematizados). Cuando su campo de visión vuelve al horizontal, aparece el mozo con la cuenta. La toma él (siempre hace la cuenta él), y con la velocidad del rayo determina cuánto paga cada uno, propina incluida.

Singing in the rain of risk

Yo no estuve en esa mesa de galanes, pero esto es lo que hubiera dicho de haber estado presente (mentira, esto solo lo puedo decir después de días de reflexión; en el momento y con algunas copas encima hubiese dicho cualquier pavada).

No me voy a meter con los modelos que calculan probabilidades de riesgo y voy a asumir que son correctos (si se puede usar esa palabra). Ahora, ¿cómo interpreta la gente común una probabilidad? Fácil, todos fuimos al casino: rojo o negro, una de dos, salvo una vez cada tanto que sale el cero. Bah, un cacho menos del 50%... digamos una de dos. Obvio. ¿Y qué pasa si juego toda la noche a color? Salvo los que creen en ESP, a la larga voy a perder, poquito pero pierdo. Seguro.

Ok, todos entendemos la probabilidad. Vamos ahora con otro test: ¿que significa que hay un 30% de probabilidad de lluvias para mañana?... Ejem… ¿Se quedó pensando el señor economista? ¿Quiere el lector que le hable de nada un rato como hace Paenza para inducirlo a reflexionar? ¿Le digo “usted puede” y todas esas cosas? ¿Le escondo la respuesta?

Lo que importa aquí no es que la respuesta la sepa o no un economista, un meteorólogo o un comentarista de fútbol, sino que esta es información que se proporciona de manera regular y sistemática a toda la población, suponiendo que ésta toma (mejores) decisiones gracias a ella. Afortunadamente, alguien hizo una encuesta por mí. En un estudio en 5 países, la mayoría de los Europeos creen que esto significa que lloverá mañana el 30% del tiempo, y otros creen que lloverá en el 30% del área. Otro grupo cree que lloverá en 30 de los días que siguen, y otros interpretan que 3 metereólogos piensan que lloverá, mientras que 7 no. Una mujer de Berlín dijo que los meteorólogos miran al cielo y miran 100 nubes, de las cuales 30 son negras. Y una mujer de Atenas (ay, aquellas mujeres de Atenas…) reflexionó esotéricamente que, de tener los humanos 100 vidas, en 30 de ellas mañana llovería.

La respuesta correcta es, por supuesto (por supuesto???), que en días con las condiciones meteorológicas como el de mañana, ha sucedido anteriormente que en 3 de 10 ha llovido. Cuando la pregunta es abierta, casi nadie contesta correctamente, y cuando se le proponen solo 3 opciones fallan más o menos la mitad (la chance es 1/3). La pregunta entonces es: ¿qué nos pasa a los argentinos, o mejor dicho a los humanos, con las probabilidades?

Una posibilidad interesante es que nos cuesta entender las probabilidades para eventos únicos. Todos entendemos las probabilidades de la ruleta porque se trata de eventos repetitivos, pero mañana llueve o no llueve, y ese 30% no se a qué referencia aplicarlo. A esto se suma el hecho de que ciertos niveles de probabilidad no sean del todo informativos a la hora de tomar decisiones como si llevar o no un paraguas. Aun con una probabilidad del 50%, dice el estudio, muchos deciden no cargarlo.

Riscos de Atenas, Chico

Bien, nos cuesta entender y usar una probabilidad que todos nosotros escuchamos a diario. Pero en economía este problema seguro que no lo tenemos, ¿no? Veamos. ¿Cómo interpreta un inversor una probabilidad de default de Grecia (evento único) del, digamos, 38%? Yo, EP, no sabría bien qué contestar. Quizás arriesgaría algo así como que 38 de 100 países como Grecia, en las mismas circunstancias, no pagaron. O que 38 de las 100 ciudades de Grecia no pagarían. O que 38 de 100 griegos no van a pagar. O que si viviéramos 100 vidas en medio de los dioses griegos, éstos nos castigarían en 38 de ellas.

Pero no importa, porque el mercado siempre nos resuelve todo. Para solucionarnos la vida están las incalificables calificadoras de riesgo, que elaboran sesudos análisis en base a una comprensión clara y profesional de la probabilidad y el riesgo. Y nos transforman los complejos números probabilísticos… en letras. Los grandes calificadores han interpretado por ejemplo con extraordinaria rapidez y pericia que cuando Grecia reconoció su mentira y concedió un déficit fiscal del 10% del PIB era porque estaban en problemas. Brillante, excepto por el hecho de que un déficit sobre la línea equivale a un aumento del endeudamiento bajo la línea, y que la información de los acreedores de Grecia siempre estuvo limpita, limpita; disponible, disponible. A partir de allí, el endeudamiento de Grecia no cambió, pero su probabilidad de default sí. Vaya suerte la de las mujeres de Atenas.

Saludos, EP.

martes, marzo 13, 2012

Doctor, anoche soñé con dólares… Reflexiones psicológicas sobre la corrida cambiaria

Por Economic Psycho 

En mi primer post el señor N de G anticipó que en futuras intervenciones apuntaría a la coyuntura. Además, algún comentario preguntó si BE era aplicable a la macro. Esto último no lo voy a solucionar yo en un blog, pero en el espíritu de tener modelos o teorías “a mano” que sean comprensibles y practicables para resolver problemas reales, como sugiere Krugman, planto aquí algunas excéntricas psicoideas que ayuden a entender lo sucedido recientemente en el mercado cambiario local.

Primero, los hechos. A lo largo del año pasado, la fuga de capitales se aceleró de USD 800 al mes a 2500 millones (setiembre). Luego de que un resultado eleccionario indiscutible no aplacara la sed de verdes, se establecieron diversos controles. El tipo de cambio oficial se mantuvo, pero los “paralelos” se hicieron notar. La sangría continuó un par de semanas más, pero ahora seguida de retiros de cuentas dolarizadas, que sumó USD 2.500 millones. Sobre el final de la corrida, algunas tasas pasivas subieron hasta 18/20%. En total se perdieron reservas por aprox USD 6.000 millones.

Ahora, las explicaciones. (Voy a descartar las justificaciones confabulatorias, por considerarme inepto para analizarlas; y las explicaciones circulares que plantean “recuperar la moneda nacional y acabar con la inflación”). Se atribuyó el episodio a (i) Razones “precio”: un dólar “barato”, porque los salarios suben al 30% y el dólar al 8%; y/o a (ii) Razones “cantidades”: el horizonte cambiario se apreciaba crecientemente complicado por la aceleración de las importaciones, los próximos pagos de deuda con reservas, etc. Al señalar los límites de la intrusiva política oficial, se advierte que los individuos reflexionan: “si están prohibiendo la compra de dólares, es porque (i) y/o (ii) son peores de lo que yo pensé”. Dada la imposibilidad de controlar todas las transacciones de un mercado tan desconcentrado, las medidas sólo habrían contribuido a empeorar las cosas.

Pero, un momento. La corrida terminó y ni (i) ni (ii) cambiaron. Bein adjudicó el final a la fuerte suba de tasas, pero éstas no se mantuvieron. El dólar paralelo se reacomodó un poco, los depósitos en dólares dejaron de migrar y parte de las reservas se recuperaron. Si bien puedo estar escribiendo mis últimas famosas palabras, me animo a decir que las medidas tuvieron algún efecto positivo duradero.

Psicomeasures 

Concentrémonos en las decisiones individuales de las familias, dejando de lado a los decisores “estructurales”, aquellos que aseguran sin una mueca que ahorrar en dólares en una caja de zapatos siempre fue lo óptimo, y que citan como evidencia únicamente las crisis cambiarias, sin computar los años de atraso cambiario con jugosas tasas en pesos.

Primero, una cosa es percibir un atraso cambiario, y otra muy distinta una tendencia insostenible del tipo de cambio. ¿Como un individuo para distinguir entre ambas situaciones? Bien, usa reglas simples, como todos los humanos (menos los de los libros de micro). Una regla simple es, por supuesto, mirar lo que hacen los otros, lo que da lugar a las profecías autocumplidas, comportamientos en manada, y otras yerbas. Los que se deciden más tarde, se suben al tren si ven que ya subieron suficientes pasajeros. Y si se subieron tantos, debe ser el último tren a Londres, ¿no?. Por lo tanto, aun cuando uno solamente tenga un problema de atraso, la psicología social lo puede transformar en un problema de insostenibilidad. Recomendación inmediata y obvia de política: actuar rápidamente, para evitar que la fuga dure mucho o se acelere. Algo de eso sucedió.

Así como un mercado de cambios caliente atrae a la gente, uno que se enfría la repele. Empieza a actuar el fenómeno de la “postergación” o “aplazamiento” (no hay buena traducción para procrastination), que significa que si la ganancia o pérdida de una transacción no es alta o inmediata, tiendo a dejarla para otro momento. Este efecto no es menor: en los 90s muchísimas personas “procrastinaron” y dejaron su decisión sobre qué AFJP elegir para otro momento. Si el dólar no es noticia, el costo de dilatar una decisión sobre él se reduce.

Algunos plantearon que la “verdadera solución” debía ser: (a) devaluar y/o (b) recuperar la confianza, dejando que compren nomás. La primera tiende a confirmar que uno hacía lo correcto al hacerse de verdes. ¿Por qué habrá de vender entonces luego, si la experiencia puede repetirse? Más aun, los que todavía no compraron pueden “aprender la lección” y salir raudos a hacer la cola al banco. Para los humanos es muy importante mostrar a nuestros pares que “no consiguieron engañarme” o que “hice un buen negocio”, casi más importante que la plata en sí que ganamos o perdemos. 

 La segunda alternativa no resuelve el problema de la coordinación. Hay que convencer a demasiada gente en demasiado poco tiempo, y la pregunta es quién se arriesgará a ser el primero en dejar de comprar. Juan Carlos Petruza seguro que no. (Por supuesto, si la situación es de por sí insustentable, es poco lo que podemos hacer con la policía en el microcentro. Pero este no era el caso, por lo que el argumento de que “cada vez que se quiso controlar fue peor” debe considerar cada circunstancia particular).

BE mostró que los individuos preferimos agrupar pérdidas y desagrupar ganancias. Diez pérdidas de 10 pesos nos duelen más que una de 100, y lo contrario para las ganancias. Traducido a la política cambiaria, eso significa que puede ser efectivo dotar de mayor volatilidad de corto plazo a la cotización, para que nadie compre dólares para venderlos en transacciones regulares sin enfrentar pérdidas. De esto se ha hecho más bien poco, y creo que administrar una mayor variabilidad cambiaria reduciría aun más la fuga.

Finalmente, otro poroto para la eficacia de los controles es que se complementaron con políticas destinadas a preservar la sostenibilidad externa, despejando dudas sobre (i) y (ii). El tipo de cambio oficial se fue deslizando levemente, y se está actuando para mantener el superávit comercial. Esto sí es economía pura.

Lo dicho no pretende agotar la discusión macro sobre este tema, quizás el más importante de nuestra historia económica. Solo intenta mostrar que comprender los factores psicológicos detrás de algunos fenómenos macro a veces son más útiles que tomar medidas con los resultados de un DSGE.

Saludos, EP

jueves, marzo 08, 2012

Proyecto Bcrahattan

Finalmente, Argentina avanza en una reforma de la Carta Orgánica del Banco Central.

Relevante como es desde el aspecto institucional y legal, en sí misma la reforma no representa un cambio radical desde el punto de vista económico. En alguna medida, las mayores libertades que se otorgan a la autoridad de regulación financiera y monetaria existen, con herramientas ad-hoc o informales, desde hace tiempo. Sin ir muy lejos, alcanza con ver el creciente peso de los títulos públicos en el activo del Banco Central para notar que la mentada independencia - y en particular el financiamiento del gasto con emisión - hace tiempo son parte de la realidad económica.

Sin embargo, si sirven los cambios en la situación de iure del Banco Central para reforzar y complementar el régimen macroeconómico de autarquía hacia el que el país se mueve desde hace algún tiempo y cuyas caras más visibles, aunque no las únicas, son el regreso de los controles de cambio y la intensificación de las barreras comerciales. Charlábamos aquí sobre algunos de los impactos de la autarquía en el nivel de actividad o el balance de pagos. Sin embargo, es en el manejo de la política monetaria donde el nuevo escenario presenta mayores cambios. Recapitulemos.

En condiciones normales – donde normales debe entenderse como “las que existían antes del actual régimen de autarquía” – las herramientas de política monetaria que dispone el Banco Central para influir en la economía, se enfrentan a ciertas restricciones naturales (que vimos en parte acá). Los intentos de expandir la oferta monetaria se enfrentan, en primer lugar, con los movimientos de  capitales. Si los pesos emitidos, por cualquiera de sus canales, no tienen como contrapartida pesos demandados veremos crecer la demanda de dólares, es decir, la salida de capitales. En segundo lugar, a través de alguno de sus varios mecanismo de trasmisión (la caída en las tasas de interés, la mayor disponibilidad de crédito, el financiamiento del gasto público, etc), la política monetaria expansiva derivará en una mayor demanda de bienes, parte de los cuales será satisfecha con importaciones. Los pesos restantes, aquellos que no busquen activos de reserva o bienes importados, se transformarán en mayor demanda de bienes domésticos.

El avance hacia la autarquía actúa, justamente, restringiendo el funcionamiento de ambos mecanismos que autoregulan y diluyen (los desequilibrios de) la política monetaria, dando origen al conocido corolario de la economía monetaria según el cual la autarquía vuelve a la política monetaria más efectiva. Es decir, en una economía cerrada, las herramientas del Banco Central son más poderosas para influir la demanda nominal que en una economía abierta. Pero, y valga aquí la analogía con la energía nuclear insinuada en el título, más efectiva significa también más peligrosa.

En conclusión, mientras el movimiento hacia la autarquía reforzó la potencia de las armas del Banco Central, la reforma de la Carta Orgánica lo libera de ataduras de iure para utilizarlas. Así, el país entra a un nuevo régimen macroeconómico cuya estabilidad depende, más que nunca, de la idoneidad en el uso de esta discrecionalidad ampliada y potenciada. La historia local e internacional abunda en ejemplos de discrecionalidad mal utilizada, pero claro, estamos en épocas de revisionismo histórico así que mucho no debe haber para aprender de los errores del pasado ¿No?

Atte

L

martes, marzo 06, 2012

¡Bienvenida Behavioral Economics! Espere unos años en el lobby, por favor…

[N. de G: Abrimos la tribuna de ESC a un nuevo columinsta invitado. En esta primera nota nos introduce en los temas que quiere tratar en futuras intervenciones, y por lo tanto, esta nota en sí no apunta a aspectos de la coyuntura (como solemos tratar aqui), sino al enfoque a utilizar. ¡Bienvenido a ESC!]

Por Economic Psycho


Hablar de la introducción de la psicología en la teoría económica (para resumir, behavioral economics, o BE) requiere previamente de una (breve) discusión epistemológica. Cientos de experimentos en las últimas dos décadas demuestran de modo palmario que los supuestos de comportamiento racional utilizados en la teoría tradicional no son realistas. Pero esto significa adoptar una postura epistemológica discutible: que el realismo de los supuestos es relevante para hacer teoría económica. Como todos sabemos, Friedman alguna vez respondió sin ambigüedades que no, argumentando que si una teoría tenía poder predictivo, poco importaba si estaba edificada sobre supuestos realistas o no. Por lo tanto, si adoptamos la postura de Milton, todo el enfoque BE es simplemente una pérdida mayúscula de tiempo, un recreo intelectual, una burla irrelevante a la economía usual.

Por supuesto, la idea de Friedman puede ser correcta si lo único que hiciera la teoría económica es intentar predecir. Pero por suerte para la profesión, eso no es así. Si midiéramos los resultados de los economistas de acuerdo a nuestra capacidad predictiva, hace rato que nos hubieran echado a patadas del concierto intelectual de las ciencias (y todo esto asumiendo que la economía debería estar invitada a ese teatro…). Los epistemólogos han dedicado libros enteros a esta discusión que disparó Friedman, así que no nos extenderemos más sobre ella, sobre todo porque la “revolución” BE ocurrió bastante después de que este autor propusiera su metodología positiva para la teoría económica.

¿Y qué ocurre hoy día con BE?

Bueno, es difícil saber qué sendero tomará la cosa, pero hay dos hechos que difícilmente se puedan discutir. Primero, que la teoría tradicional (en especial la dedicada a la teoría financiera), por la razón que fuere, no ha conseguido diagnosticar, prevenir o explicar satisfactoriamente episodios tan importantes como la crisis internacional reciente. Los ingenieros, los físicos, los biólogos y los médicos han desarrollado una teoría estandarizada cuyo estado del arte les permite identificar con seguridad qué es lo que hay que hacer para evitar grandes daños (o que es lo que no hay que hacer para que sucedan). Los ingenieros saben perfectamente cómo prevenir caídas de edificios, los físicos cómo prevenir peligros nucleares, los biólogos cómo prevenir desastres ecológicos y los médicos cómo prevenir epidemias. Los economistas, en cambio, no podemos prever siquiera las grandes crisis financieras.

Segundo, atenta la insuficiencia de teorías en su rol preventivo, predictivo y diagnóstico, muchos economistas pensaron que sería bueno repensar un poco la cosa desde los supuestos. ¿No es acaso evidente que inducir un modelo de crisis con agentes plenamente racionales resulta, por lo menos, difícil de explicar? ¿No es más eficaz suponer que un modelo que arroja un resultado irracional es una suma de interacciones entre individuos, algunos de ellos no tan racionales? ¿No puede un mayor grado de realismo en los supuestos darnos una pista para elaborar mejores modelos? Perdón por el arrojo de lo que voy a decir, pero siempre me pareció extravagante que las teorías económicas asumieran comportamientos que los individuos reales no pueden siquiera entender.

En este estado de cosas, y aun con sus enormes insuficiencias, BE es un soplo de aire fresco. No es un tormenta, ni lo puede ser, porque el cinturón protector de la teoría usual está demasiado fortalecido como para que las nuevas ideas penetren. Pensemos en las últimas famosas palabras de Blanchard dirigidas a un público que, por detrás del estrado desde el cual hablaba, veía acercarse por la ventana el meteorito de la crisis. “The state of macro is good”, dijo Blanchard, autoridad indudable de esto que llamo la teoría tradicional, allá por 2008. Casi un lustro después, los planes de consolidación fiscal (bueh… al menos cambió el nombre…) se basan en el mismo modelo macro que en aquel año mostraba “una saludable convergencia teórica”.

La introducción de la psicología en la economía es una buena noticia. Pero costará mucho que no la dejan esperando en el lobby por un lugar en el centro de las discusiones teóricas o empíricas. Muchos economistas, de variadas corrientes, han tendido a defender su magisterio para dejarlo impoluto del avance en otras ciencias sociales. Algunos porque las consideran “menores” frente al uso de herramental matemático en economía, otros porque creen que no es necesario recalar en categorías conceptuales a nivel individual. En ocasiones, como intentaré mostrar en próximas entradas, el análisis interdisciplinario puede ser algo más que una frase retórica.

Saludos,
EP

viernes, marzo 02, 2012

El día de la marmota

Cerrando esta semana de regreso de ESC luego del largo letargo, comparto con ustedes un interesante y afiladísimo análisis de la coyuntura económica argentina, del economista cubano Carlos Díaz Alejandro. Perdón por el ingles, pero no conseguí la versión en español.


Por las dudas, Diaz Alejandro murio hace 20 años y escribió esto hace 40 para hablar de la economía de hace 60.

Buen fin de semana

L