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jueves, diciembre 10, 2009

Muchachos ¿Nada hemos aprendido....? - Parte 4

Un problema del modelo de estructura productiva desequilibrada de Marcelo Diamand, o mejor dicho de la versión moderna didácticamente explicada aquí, es que suele ser confundido con otro cuerpo teórico homónimo (al cual, aclaro, suscribo casi en su totalidad): El asociado a la idea de Cambio Estructural y Estructura productiva heterogénea o dual, cuyos mayores exponentes regionales probablemente sean Mario Cimolli, Carlota Perez o Jorge Katz de CEPAL, entre otros.

(Aclaración: muchos de los planteos teóricos que siguen son posteriores a Diamand y, por lo tanto, compararlo con su propuesta de 1972 es algo injusto. Ahora, distinto es hacerlo con un PPT armado en 2009 ¿No?)

Los modelos de estructura dual “a la Cimolli” parten de dividir a la economía en dos tipos de sectores. Los de bajas y altas capacidades tecnológicas, entendiéndose por “proceso de desarrollo” al pasaje de la estructura productiva desde uno hacia el otro.

La idea detrás de las “capacidades tecnológicas” es notoriamente no-neoclásica / heterodoxa. En cualquier modelo de corte neoclásico (incluso los más modernos de crecimiento endógeno) el conocimiento tecnológico es un bienes públicos. Esto es, cualquier firma puede, tal vez con algún costo de transferencia, utilizar y/o reproducir el conocimiento y la tecnología disponible. El conocimiento está ahí, en un manual o corporizado en una máquina que se puede comprar.

En cambio la idea de “capacidades tecnológicas” de las firmas, de tradición más evolucionista, parte de la idea de que el conocimiento tecnológico no es un bien público, y que su transferencia no se reduce a una transacción comercial. Uno puede comprar una máquina o un plano y leer su manual de uso o sus especificidades técnicas pero hay conocimiento que el dinero no puede comprar y que sólo se puede aprehender con la práctica y la experiencia. El evolucionismo ha llamado a este conocimiento “tácito”, catalogando como “codificado” al que puede comprarse

De esta manera, en estos modelos las firmas aprenden el conocimiento existente, aprenden a aprender y aprenden a crear nuevo conocimiento.

Así, lo que la firma y la economía hace y sabe hacer esta directamente condicionado por lo que ha hecho y ha aprendido (lo que los economistas han llamado “path dependence”). No hay ajustes instantáneos a las señales de precios o respuestas óptimas de la estructura productiva que maximizan espontáneamente el bienestar social , sino un continuo proceso de adaptación economía que, sabiendo lo que se sabe y comportándose como sabe comportarse, se acomoda a los cambiantes escenarios que le ofrece la realidad.

(Justamente por esa característica es que personalmente no logro disociar el fenomenal crecimiento exportador reciente de la experiencia acumulada durante los aperturistas noventas. ¿De qué sirven los precios relativos favorables si no se como exportar?)

Con esto en mente, se entenderá que el proceso de Cambio Estructural ha comenzado cuando existe un número suficiente de firmas traccionando la economía, una masa crítica, cuya estrategia de crecimiento y fuente de competitividad se basa, justamente, en la generación de nuevas capacidades tecnológicas.

De esta manera, ha logrado ser incorporada y superada una acertada crítica de la escuela neoclásica a las estrategias de desarrollo basado en Sustitución de Importaciones (ISI) practicadas en America Latina hasta la década del 70/80 (y reivindicada hasta el duodeno por los muchachos). El excesivo proteccionismo durante periodos prolongados, sin someter a las firmas al riesgo de la “selección del entorno”, puede incentivar el aprendizaje, pero no necesariamente el aprendizaje adecuado. La experiencia acumulada puede haber enseñado a una firma a moverse en un entorno protegido donde, por ejemplo, las actividades de lobby brindan altos retornos. Nada garantiza que este conocimiento adquirido sirva de cambiar el entorno.

Asi, en los modelos de Cambio Estructural lo importante no es desarrollar tal o cual sector sino tal o cual comportamiento. El eje está en fomentar el surgimiento de firmas o sectores cuya estrategia de crecimiento se base no en prácticas estériles de apropiación de rentas (rent-seeking) o competitividad vía bajos costos laborales, sino en la regeneración permanente de sus capacidades tecnológicas como fuente de competitividad.

En el modelo de Diamand, las políticas de desarrollo suelen estar asociada a la transferencia de rentas desde diversos sectores de la sociedad o la economía a los sectores “deseables”. Sacarle a uno para darle a otro. El problema de desarrollo suele asociarse a un problema de rentabilidades sectoriales. La política de desarrollo en los modelos de cambio estructural, en cambio, suelen centrarse en el fortalecimiento de las “capacidades dinámicas” de las firmas, en la transferencia y generación tecnológica, en el financiamiento para la restructuración productiva, en el fomento del “emprendedurismo” o la cooperación entre firmas, etc.

La noción básica detrás del cambio de perspectiva es que las firmas deben aprender a ser competitivas y que este aprendizaje está muy lejos de asegurarse garantizando rentabilidad empresarial. Incluso, lo cual vuelve al desafío más interesante, un exceso de rentabilidad y un entorno poco competitivo puede coartar los incentivos a la mejora continua y al aprendizaje.

El cambio de perspectiva es relativamente simple. La idea no es crear un entorno amigable para el desarrollo de las firmas, sino acompañar el aprendizaje para sobrevivir en entornos peligrosos. ¡El Estado no es una idishe mamme sobreprotectora, sino un mentor y guía!

¿Cuánto de esto es parte de o incluso es compatible con el modelo estructura productiva desequlibrada de Marcelo Diamand et al.? Personalmente creo que bastante poco.

Así que ya saben, ¡Hay progresismo más allá de Diamand!

Atte

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