Vamos a hacer un ejercicio simple. Supongamos que en la conformación de precios (sólo) están los salarios, la rentabilidad, la productividad del trabajo y otros costos. Dicho de forma tan simple, con un crecimiento de la productividad tendencial y variaciones poco significativas de los otros costos, la puja entre salarios y rentabilidades está en la madre del proceso inflacionario. En este esquemita muy básico y rudimentario, es posible incrementar salarios sin que esto sea inflacionario, ya que en principio, una baja en la rentabilidad podría contrapesar el incremento salarial y los precios se mantendrían relativamente constantes.
Llevemos esto a la práctica tomando la industria manufacturera. Nótense lo que hago… un industrialista de la primera hora, un hombre que ha defendido (y defiende) las ISI, las neo ISIs y todo, usara “su” sector para hablar de inflación… maldito carnero (aclaración: para quién suscribe, el campo también es industria, je). Tomamos este sector dado que juega un rol central en la dinámica de crecimiento actual.
Primero lo primero. La productividad en la industria crece de forma relativamente suave, en torno a una tendencia, que sin ningún rigor, podríamos llamar “líneal” y que no parece estar influenciada por el esquema macro.
Ok, hasta ahí vamos bien. Pero claro, lo que nos ocupa no es la tendencia de la productividad del trabajo. Descartando la incidencia de la productividad en la formación de precios, volvamos al esquema inicial. En los últimos días crecen las advertencias y parece que el costo laboral explica la inflación y al mismo tiempo pone en peligro el proceso de crecimiento. Entonces, la solución es simple: pauta salarial planchada, caída del salario real para contener el alza de precios, recuperación de márgenes y a respirar aliviados. Pero… ¿es así?.
Tenemos aquí un indicio de respuesta. El gráfico que precede muestra los precios mayoristas fijados por la industria, el salario ajustado por el incremento de la productividad y por último, el residuo formado por el margen (y otros costos, que en lo que sigue supondremos tienen un efecto despreciable).
La película muestra momentos bien distintos: entre 1993 y 2001, los precios se mantiene estables. El mecanismo de ajuste de la distribución es el creciente desempleo que disciplina vía caída en los salarios. En los primeros años de la convertibilidad el capital gana terreno a costa del trabajo para luego mantenerse estable. El incremento de la rentabilidad se compensó con la caída del salario y los precios ni noticias. Todos felices.
La devaluación hace saltar todo por el aire. En una primera instancia, boom de rentabilidad, que para 2003 llega un máximo desde 1993 y se ubica un 73,4% por sobre 2001. El desempleo es todavía alto y los salarios no reaccionan. Pero claro, “cambia, todo cambia” y el bajo costo laboral (en dólares) incentiva la generación de empleo. Luego, sí, hacia 2004-2005 el salario empieza a recuperar el terreno perdido y para 2007 ya muestra un crecimiento de 109% respecto del último año convertible. Quizás algunos entenderán por que los industriales añoran el bendito 2003: en los últimos 4 años la rentabilidad cayó un 23%.
Y claro, ahora en 2007 todo parece movido. Se insiste en que el incremento del salario impulsa al alza en los precios y el espiral sigue, luego reduce la rentabilidad industrial y además al hacerlo baja la inversión. Pero una vez más ¿cuán cierto es todo esto?. En términos de lo visto hasta aquí, sólo será cierto si por algún motivo el tratamiento del salario y el de la rentabilidad no es simétrico. Veamos con un ejemplo:
Asi puede verse como, llevando la rentabilidad de 2007 al valor observado en 1998 (fila 2007bis), pasa algo que es muy obvio: En 2007, los precios hubiesen sido casi un 20% inferior a los efectivamente observados.
Mientras tanto. La participación del salario en el Valor Agregado Bruto de la Industria, está todavía por debajo de todo el período convertible.
Cada uno sacará su propias conclusiones. Anotemos algunas cosas:
• La caída en la rentabilidad de la industria puede afectar la inversión, la demanda y el crecimiento. Por otro lado, el crecimiento del salario mantiene la demanda firme. ¿cuál de las dos fuerzas prevalece a la hora de sostener el crecimiento?. Respuesta apresurada: si no hay rentabilidad el crecimiento languidece.
• Quienes afirman que es posible reducir la inflación con polítca de ingresos deben asumir dos cosas. Uno, que el gobierno puede en la práctica controlar/acordar rentabilidades con las firmas. Y dos que se usarán otros mecanimos a fin de incentivar la acumulación. Sin embargo debe recordarse que los agentes responden a incentivos (algo así diría Easterly): y en este sentido, mantener el crecimiento del consumo (via mejoras en el salario) provee un incentivo mayúsculo para "salir" del acuerdo/control. Máxime, en el sistema capitalista donde las firmas toman decisiones de forma descentralizada (y esto es, salvo casos extremos, independiente del grado de concentración de la oferta). En este sentido, la señal de demanda en crecimiento es contradictoria con los "acuerdos" e inducen a mayores tasas de inflación.
• Quiénes insisten sobre la espiral precios-salarios, por lo general omiten cualquier consideración sobre la rentabilidad. Como vimos recién, tratando ambos como simétricos, el alza de salarios podría no generar el alza en los precios. O dicho de otro modo, afirmar que se debe reducir la pauta salarial es afirmar que no se hará nada sobre la rentabilidad.
Conclusión: En el fondo, si parte del proceso inflacionario responde a la puja distributiva, la posibilidad de usar la política de ingresos dependerá de como ajuste la rentabilidad.
Los saluda muy atte.
G.
PD2: A los aportes usuales de Elemaco, hemos incorporado la valiosa contribución de la amiga Lola.