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martes, diciembre 13, 2011

El trilema macroeconomico, o el picado grueso de la sintonia fina.

Hace tan sólo dos meses usábamos aquí el caso de Vietnam para ejemplificar las posibles consecuencias a las que se podía llegar con una mala gestión macroeconómica. Resulta que ya no hay que irse tan lejos para ver aplicaciones prácticas de este tipo. Los últimos tres meses de macroeconomía argentina posiblemente sean uno de los mejores ejemplos de cómo la economía sirve para explicar parte de la realidad que nos rodea. 

En macroeconomía hay un concepto, pergeñado en los sesenta y popularizado una década más tarde llamado “Trilema de economías abiertas”. Para esta visión, la pregunta inicial que debe responderse es porqué la gente quiere ahorrar pesos o, lo que es lo mismo, porque querría no tenerlos y ahorrar en dólares.

El “trilema” nos dice que hay tres variables que uno debe analizar en simultaneo para responder esta pregunta. Por un lado, tenemos las tasas de interés que se pagan en el mercado doméstico, es decir, el retorno de las inversiones en pesos. Por otro lado, la devaluación esperada, es decir, el retorno en moneda local por tener dólares. Dado el riesgo, cuando mayor sea la tasa de interés, mayor será la demanda de pesos y al revés cuando más alta sea la devaluación esperada. 

La tercera pata del trípode es el movimiento de capitales, es decir, la capacidad de mover recursos desde y hacia pesos y dólares y la libertad que se tiene para hacerlo. Cuando cambia la relación entre tasas de interés y devaluación esperada el ahorrista querrá cambiar la distribución de sus ahorros entre pesos y dólares cuya contracara es, justamente, un movimiento de capitales hacia adentro o hacia afuera.

El trilema implica ciertas restricciones para el gobierno que exceden el objeto de este post, sin embargo, la moraleja hasta aquí es simple. Uno no puede analizar las tres patas por separado. Tipo de cambio, tasas de interés y movimientos de capitales deben necesariamente analizarse en conjunto. Si falta una, el análisis no se sostiene.

Con esta larga introducción, vamos a los números.

En el siguiente gráfico reproduzco algo que Natalio Ruiz mostró hace algunas semanas. En algún punto a fines de agosto, el gobierno dio un giro en su política cambaría, quebrando una tendencia a la depreciación de casi 18 meses, que aceleró desde comienzos de 2011.

El caso de manual dice que, si el cambio en la tendencia no es creíble, el intento de forzar la paridad cambiaria sólo incrementa las expectativas de devaluación (es decir, el retorno esperado de invertir en dólares). La teoría que aquí esbozamos anticipa que en estos casos sucederán dos cosas (con proporciones inciertas). Por un lado, subirán las tasas de interés que deberán pagarse por las inversiones en pesos para evitar el pase a dólares de los ahorros en pesos. Por otro, el deseo de pasar inversiones de pesos a dólares motivará mayor demanda de dólares que, como el gobierno debe convalidar para que no suba el tipo de cambio, se traduce en caídas de reservas (siempre que ese movimiento sea “libre”).

¿Y qué es lo que vemos desde mediados de agosto? Por un lado, subas en las tasas de interés…

….Por otro, caídas en las reservas.

Un punto importante, para el cual vino a cuento toda la extensa introducción, es que los tres gráficos anteriores son las tres caras interdependientes de la política del Banco Central: el tipo de cambio, las tasas de interés y los movimientos de capitales. De allí que, por ejemplo, sea incompleto hacer afirmaciones sobre la dinámica de compra/ventas de reservas sin acompañarlo de descripciones complementarias sobre la tasa de interés y el tipo de cambio.

El cambio en la política cambiaria se dio prácticamente en simultáneo con el deterioro de la situación financiera internacional. Mientras todas las economías de la región permitían flotar sus monedas para evitar que el shock internacional se tradujera en salida de capitales (es decir, contracción del crédito) y subas de tasas de interés (es decir, encarecimiento del crédito), Argentina asumía un compromiso firme y posiblemente innecesario con la estrategia de devaluación “suave”.

Ahora bien, en algún momento de esta puja por sostener la estrategia cambiaría el gobierno decidió atacar la pata del trilema asociada a la movilidad de capitales, es decir, la posibilidad de transformar pesos y dólares libremente. En los hechos se buscó poner palos en las ruedas de forma de limitar las implicancias del trilema, pero sin cambiar los incentivos a pasar de pesos a dólares (es decir, sus retornos relativos) e incluso se desincentivó la inversión en pesos al aumentar su riesgo.

El resultado fue un incremento adicional en las tasas de interés que se piden por las inversiones en pesos (vean el tramo naranja del gráfico 2) y una devaluación de facto del dólar (para aquella parte de la actividad influida por el dólar negro).

En conclusión ¿Cómo puede resumirse toda esta historia? A mediados de agosto, mientras la situación financiera internacional se deterioraba, y en el marco de la campaña electoral, el gobierno decidió dar una señal de solidez anclando el tipo de cambio en $4,20.

El corolario fue una contracción monetaria que amplificó del shock internacional, sacrificando unos U$D 6 mil millones de reservas en dos meses y una fuerte suba de tasas que no se ve en ningún otro país de la región. Tras las elecciones decidió redoblar la apuesta con los controles a la fuga, el correlato fue una mayor suba de tasas, una caída en los depósitos, un principio de acogotamiento del crédito y una devaluación de facto del dólar paralelo. Finalmente las reservas también dejarían de caer, lo cual es el correlato tanto de las mayores tasas de interés como de la decisión de abandonar la paridad de $4,20 para recuperar la tendencia ascendente del tipo de cambio.

Es decir, al final del día, el gobierno se vio forzado a volver a la tendencia previa de devaluación, no sin antes sacrificar al menos U$D 6 mil millones de reservas, forzando una fuerte suba de tasas, una caída en créditos y prestamos y un incremento en las primas de riesgo (formal e informal). 

A mi humilde entender, es posible que hayamos vivido en los últimos tres meses uno de los mayores errores de gestión macro de los 8 años de gobierno, con todos los costos asociados a las decisiones y ninguno de sus beneficios. Sus consecuencias, y salvo que el panorama internacional mejore lo suficiente como para enterrar nuestros errores, deberían volverse más evidentes a medida que avancen los meses y entremos en el menos prometedor 2012. Ojala no sea tarde para la sintonía fina.

Atte

L

martes, agosto 16, 2011

Progresismo financiero

Una de las virtudes que suele atribuirse al periodo K es el haber mejorado la distribución del ingreso personal. Si bien desde hace algunos años, intervención del INDEC mediante, es difícil sostenerlo con datos duros, lo cierto es que hay una “sensación” de que la distribución habría mejorado, con una tendencia que invita a ser optimista.

Pero, más allá de este debate, menos claro es que esta redistribución del ingreso haya afectado positivamente la distribución de la riqueza. Lo primero nos habla de como se reparte lo producido durante algún periodo de tiempo, y lo segundo quien es el dueño del stock, de los medios de producción. A largo plazo, el proceso es sostenible sólo si la mejora en lo primero también se traduce en una en lo segundo

¿Pero cómo puede ser esto posible? ¿Cómo puede convivir un modelo que distribuye más progresivamente los ingresos con uno que redistribuye regresivamente la riqueza?

La clave de este escenario se encuentra en el sistema financiero (SF). En contraste (o en complemento) con la impresión que suele existir sobre el SF, asociada a grupos de elevado poder adquisitivo que especulan para convertir dinero en más dinero, el SF cumple un rol esencial como dinamizador de la actividad económica y como mecanismo de progreso social. Es complicado, en la actual coyuntura financiera, escribir un post sobre las virtudes de un SF desarrollado, sin embargo, haré el intento.

El SF argentino, marcado a fuego por décadas de sucesivas crisis económicas y financieras, períodos de elevada y prolongada inflación, eventos de masiva rotura y redefinición de contratos, más recientemente, por la inflación o por hechos como la estatización de las AFJPs, no logró logra atravesar las etapas más embrionarias de desarrollo e incluso está desde hace algunos años en retirada. La suma del crédito bancario y de la capitalización de bonos y acciones se ubicaba, antes de la explosión de la crisis subprime, alrededor del 75% del PBI y en el entorno del 50% desde entonces. No hace falta irse muy lejos para encontrar casos de mayor desarrollo que el local, tan cerca como en Brasil o Chile estos valores eran de 260% y 240% respectivamente, y hoy oscilan en unas 2 veces el valor del Producto Bruto Interno.
Ahora bien ¿Cuáles son los principales problemas que genera este enanismo financiero?

En primer lugar, condiciona las posibilidades de inversión. Un sistema bancario subdesarrollado falla en su principal tarea de transformar depósitos de corto plazo en crédito a la inversión de largo. La opción de invertir queda así limitada tan solo a aquellos que tienen capital propio. No son ni Techint, ni Coca-Cola ni el grupo Roggio los que dejan pasar sus oportunidades de inversión, sino las PyMEs o los pequeños emprendedores. En el proceso de achicarse el sistema va dejando fuera a quienes dan menos garantías de repago, es decir a las firmas más pequeñas y a las más riesgosas (que por esto mismo muchas veces también son las más rentables.

Esto es también un problema desde el punto de vista macroeconómico y de las perspectivas de largo plazo. La inversión depende crucialmente de la capacidad de financiamiento propio, lo cual genera una paradoja de difícil solución: Queremos que que la gente más pobre aumente sus ingresos para que consuma y mejore su calidad de vida, pero necesitamos al mismo tiempo que el rico gane plata para que invierta y, acumulación de activos mediante, permita el apuntalamiento del crecimiento.

Esta paradoja, conocida por la disciplina económica al menos desde hace un siglo, sólo puede ser quebrada con un sistema financiero desarrollado que permita que las inversiones que efectivamente se realicen se definan por ser buenas ideas y no por ser ideas de tipos con plata.
Lamentablemente, el pasado reciente de Argentina no nos deja mucho margen para ser muy optimistas. No sólo el sistema bancario y la capacidad prestable total está franco retroceso, sino que el crédito tiene cada vez menos destino la financiación de algún tipo de acumulación de capital (sea comercial o hipotecario) y más de consumo de corto plazo. Así, el proceso inversor de la economía logra mantenerse simplemente porque, a diferencia de lo que suele creerse, el consumo creció sistemáticamente por debajo del PBI con su contracara en un ahorro que, rentabilidades históricamente altas mediante, se concentraba en las firmas que podían así invertir.


Ahora bien, como tantas veces, esto es tan sólo la mitad de la historia. La otra cara del SF, está en las personas que ahorran. Un SF desarrollado es el canal a través del cual el ahorrista, tenga el nivel de ingresos que tenga, pueda transformar sus ingresos actuales en ingreso futuros distribuyendo en el tiempo su perfil de consumo. Sin este mecanismo, o alguno equivalente, el ahorro de hoy simplemente pierde valor y desaparece con el paso del tiempo, por lo que la única respuesta inteligente ante este escenario es gastar hoy en bienes de forma de preservar de algún modo el valor actual del ahorro.

La particularidad que vuelve regresivo el subdesarrollo es, simplemente, que las opciones de ahorro son menores a menor nivel de recursos. Un sistema financiero pequeño limita las opciones de ahorro y las alternativas para protegerse de la erosión inflacionaria. “¿Qué hago con la plata?” es una frase típica en contextos de subdesarrollo financiero y tasas de interés reales negativas como el de Argentina de hoy, y a menor nivel de recursos más reducida es la cantidad de opciones.

El rico, con mayor acceso a la información accede a instrumentos de inversión más sofisticados o puede, incluso estar cerca del inversor real (como en el caso de los pools inmobiliarios o de siembra). Hacia abajo en la pirámide de ingresos, sin embargo, las opciones se van acotando y, como decía ELY acá, terminan en opciones con retornos fuertemente negativos como los bienes de consumo durables (LCD, línea blanca, autos) o directamente consumo no durable.

El decir, cuanto más pobre no sólo disminuye la capacidad de ahorrar mes a mes sino que el propio subdesarrollo del sistema financiero coarta la posibilidad de que ese ahorro corriente se transforme en acumulación de capital que es, en definitiva, la única forma de cambiar permanentemente la condición de vida de las familias.

Entonces, en conclusión, revertir la tendencia actual del SF es clave si pretendemos apuntalar la última década de crecimiento en un proceso virtuoso de desarrollo. Caso contrario, la mejor distribución del ingreso podrá tranquilamente convivir con una distribución regresiva de la riqueza. La razón es bastante sin simple. Sin sistema financiero el pobre no puede convertir ahorro en capital ni ideas en negocios.

Más complicado es contestarse como salir de esta trampa de subdesarrollo, pero mejor lo dejamos para otro post.

Atte

L

lunes, noviembre 15, 2010

!El modelo ha muerto! Larga vida al modelo

Gran noticia. Cristina acaba de anunciar por cadena nacional un acuerdo de intención con el Club de Paris por el pago de los vencimientos adeudados, avanzando en la reintegración financiera del país tras el default de 2002 y el segundo default de 2007 cuando el gobierno comenzara la intervención del INDEC. Lástima que no vino con alguna tipo de requisito sobre el INDEC, pero bueh, lo perfecto es enemigo de lo posible.

Esto es una gran noticia por dos razones.

En primer lugar, encuentra a un mundo predispuesto a financiar las economías emergentes. La historia es relativamente simple, y la conto Genérico acá. EE.UU., en su intento de evitar una nueva recesión, impulsa una política monetaria harto expansiva que empapela de dólares la economía global. Estos dólares, con pocas ganas de quedarse en su país de origen en forma de créditos canalizados por los bancos, salen a la caza global de mejores retornos. El mundo emergente, que ha mostrado en los últimos años una recilencia inédita, se vuelve el destino predilecto de quien está deseoso de asumir un poco mas de riesgo para mejorar esos casi nulos retornos del mundo desarrollado.

El segundo es que Argentina se aproxima, sin prisa y sin pausa, y sólo retrasado por la reciente suba del precio de los commodities, al terreno de los déficits gemelos. En 2010 (según cuentas que hice en agosto y que aun no actualice), sin considerar las utilidades del BCRA, de la ANSES e ignorando el déficit de más de 1% de las provincias, el déficit financiero se ubicaría en el orden del 1,5% a lo cual deben adicionarse los vencimientos de algo más de USD 10 mil millones que deben refinanciarse en 2011. En segundo lugar, y salvo que la tendencia cambie sensiblemente, 2011 sería el primer año desde 2001 con déficit de cuenta corriente (aunque con superávit de cuenta comercial).

Resumiéndolo mal y pronto, el gobierno se apresta a aprovechar el financiamiento del resto del mundo justo cuando vamos a empezar a necesitarlo.

Algunas observaciones apresuradas y desordenadas al respecto.

Aunque no explícitamente, el gobierno ha anunciado el fin del modelo. La capacidad del gobierno de sostener un tipo de cambio real alto de los últimos años estuvo en gran parte explicada por la imperfecta movilidad de capitales y por esa especial aversión a invertir que genera(aba) Argentina. Al reintegrarse financieramente, Argentina pierde gran parte de esa independencia de la política económica que teníamos cuando nos alcanzaba para vivir con lo nuestro, lo cual, en el contexto actual implica que continuará la tendencia a la apreciación.

Como expresé en otras oportunidades (y como coincide el del 0.33% acá) esto es una buena noticia, en primer lugar, porque encuentra a Argentina, a diferencia de otros países de la región, con colchón de competitividad cambiaria. En segundo lugar, apreciar el peso significa aquí y ahora una mejora en los salarios reales y en la distribución del ingreso. En Argentina 2010, con un mercado de trabajo que oscila en el entorno del pleno empleo (sí, creo que 7.5%/8% es pleno empleo, por razones que daré en un post que no termino de escribir) el principal problema social no es el desempleo sino el trabajador pobre y no hay política salarial más horizontal que permitir la apreciación de la moneda (la que surge de las paritarias, en cambio, puede estar sesgada en beneficio de los trabajadores sindicalizados, que representan una minoría del total de la fuerza laboral).

En tercer lugar, porque la alternativa a la reintegración financiera con apreciación cambiaria es el ajuste. Es decir, recuperar el modelo del primer kirchnerismo que, sin prisa y sin pausa se ha abandonado desde 2006, requiere un importante ajuste fiscal y del nivel de actividad. Es, según mi humilde entender, la opción mas cruenta entre las posibles, en tanto requiere una suba fuerte del ahorro domestico privado y/o público. Solo si nos alcanza para vivir con lo nuestro podría el gobierno tener algún margen para sostener un tipo de cambio competitivo.

La integración financiera nos ofrece, así, cierto margen de maniobra para encarar una estrategia antiinflacionaria no recesiva, como se está debatiendo en la BEA por estos días (que dicho sea de paso, no creo que el gobierno pueda implementar, porque requiere de credibilidad de la que adolece. Aunque quien sabe, este país es propenso a las sorpresas)

Sin embargo, mejor hacerlo explicito. La reintegración financiera es una oportunidad pero también un riesgo, y nos obliga a esperar una eventual llegada de capitales foráneos como mínimo con respeto. La experiencia de los últimos cuarenta años de globalización financiera recuerdan que la entrada de capitales son una bendición y maldición (en ingles suena mejor: Blessing and curse): en países con bajo ahorro domestico como el nuestro pueden correr la restricción presupuestaria para financiar el proceso de desarrollo aunque a costa de exponer al país al riesgo de (a) reversión abrupta de los flujos, (b) formación burbujas financieras de diversos tipos, especialmente serio en países financieramente subdesarrollados y, sobre todo (c) sobreapreciación las monedas, con todo lo malo q una moneda excesivamente fuerte puede generar a una economia.

Ergo, si estamos encarando un proceso de reintegración financiera es clave hacerlo responsablemente, a diferencia de lo que sucediera en experiencias anteriores. Es decir, deben aprovecharse las distintas herramientas disponibles para surfear las olas de capitales: controles de capitales de corto plazo (que han dejado de ser mala palabra incluso para el FMI), regulación del sistema financiero para evitar burbujas, política anti cíclica para evitar “exuberancias irracionales”, etc.

Conclusión: Estamos como queremos.

Lastima la inflación de casi 30%, claro, fabrica de pobres que estará en el gobierno que asuma en 2011 (¿o será 2015?) comenzar a desarmar, pero mejor hacerlo sin darse la cabeza contra la restricción externa.

Atte
Luciano

martes, abril 27, 2010

Durmiendo con el enemigo

Cuenta una nota de la consultora que siempre cita Yeyati que la semana pasada hubo una reunión de ministros del G20. Cuenta también que entre los variados temas bajo debate, un informe del FMI se destacó por presentar dos propuestas novedosas.

La primer propuesta del FMI es un impuesto a los pasivos bancarios para armar un fondo de contingencia. La segunda es más sopresiva. Para evitar recomendar una Tasa Tobin, el Fondo Monetario Internacional (repito, el Fondo Monetario Internacional) recomienda un impuesto a la actividad financiera basado no en los montos transados sino en las ganancias de los participantes del sistema. El impuesto propuesto implicaria, por ejemplo, una reducción del 20% en los beneficios del sector bancario europeo.

El sistema financiero, afirman, podría haberse sobreexpandido como resultado de la exención al IVA de la que suele ser beneficiario. El Fondo, ducho como es en discursos antidistorciones, propone este nuevo impuesto como medio de corregir el gigantismo financiero. 

¿Qué me contursi?

lunes, octubre 19, 2009

Ley de Entidades financieras ¿Una bolsa de gatos?

A pedido del Ojo con Dientes, algunos comentarios desordenados sobre la Ley de Entidades Financieras (LEF) sobre la cual se habla sin hablar desde hace un tiempo. Aclaro que mucho de lo aquí escrito se basa en especulaciones y golpea a un muñeco de paja, porque no está claro todavía a donde se apunta con la propuesta de reforma.

Empiezo por el final. Creo que de plantear el Gobierno el debate de la LEF como una batalla épica como sucedió con la Ley de Medios se estaría cometiendo un tremendo error, no sólo político sino económico. El error, creo, estaría en tratar de meter demasiados gatos en la misma bolsa. En perder la oportunidad de mejorar las partes por plantear una lucha a muerte por el todo. En tirar el bebe con el agua sucia.

Voy por partes

¿Qué hizo la Ley de Entidades financieras?

El Decreto-ley 21.526/77 de Martinez de Hoz (modificada 16 veces desde 1977, la última en 2006) reemplaza la primera Ley de Entidades (DL 18.061/69) que ocho años antes había promulgado Adalbert Krieger Vasena. De manera muy resumida, la LEF legisla sobre algo muy específico: convierte un sistema de bancos especializados en uno universal. ¿Qué significa eso?

Hasta ese momento el sistema financiero funcionaba con compartimentos estancos. Existían diversos tipos de instituciones financieras (Bancos comerciales, Bancos de Inversión, Bancos Hipotecarios, Compañías financieras, Cajas de Crédito, Soc. de Ahorro, Cooperativas de crédito, etc) que tenían acotados el set de operaciones que podían realizar con el objetivo de que exista consistencia entre su fuente de financiamiento (sus pasivos) y los créditos otorgados (sus activos).

Los bancos comerciales, por ejemplo, podían tomar depósitos minoristas de las personas (de corto plazo) y dar sólo créditos de corto plazo, de manera tal que una fuga de depósitos no descalce a los bancos. Los bancos de inversión podían dar créditos largos, pero financiadas emitiendo bonos, letras u otros instrumentos en el mercado. Los bancos hipotecarios podían dar créditos idem, pero solo financiándose con emisión de cedulas (como las que ahora ofrece el Banco Hipotecario).

Existían también restricciones en términos geográficos. Un banco comercial, por ejemplo, sólo podía dar créditos en las localidades en las cuales recibía los depósitos. No existían, strictu sensu, entidades financieras nacionales. Si el banco Patagonia quería financiarse con plata de los porteños, debía pedirle un préstamo al Banco Ciudad porque estaba imposibilitado de poner su sucursal en Diagonal y Peru para captar los depósitos directamente.

El Decreto-Ley de Martinez de Hoz modifica esta situación creando la figura del Banco Comercial universal, equivalente a lo que en 1999 sucedió en USA con la derogación de la “Glass-Steagal Act” y asimilando la estructura financiera argentina a la europea. Dice su artículo 21

“Los bancos comerciales podrán realizar todas las operaciones activas, pasivas y de servicios que no les sean prohibidas por la presente Ley o por las normas que con sentido objetivo dicte el Banco Central de la República Argentina en ejercicio de sus facultades.”

Se liberan también las restricciones geográficas, permitiendo a las entidades financieras competir en todo el ámbito nacional. Para las demás instituciones financieras, la Ley mantiene las limitaciones en las operatorias, asimetría que llevo a que muchas instituciones financieras tuvieran incentivos a convertirse en bancos comerciales (entre ellas, centenares de cooperativas).

Así, el espíritu de la LEF es convertir una banca especializada en una banca universal. El banco comercial puede hacer todo lo que el BCRA no le prohíba. Stop

Sin embargo, más interesante que entender las cosas sobre la cual la LEF si legisla es entender los aspectos que no legisla.

La LEF no fue la que desestatizó el sistema financiero (que fue nacionalizado durante los tres gobiernos peronistas). No fue la LEF la que abrió la Cuenta Capital. La LEF no liberalizó las tasas de interés (que fueron liberalizadas casi un año antes). La LEF no exime al pago de ganancias por las rentas financieras ni derogo el impuesto a la herencia. La LEF no prohíbe ni restringe las políticas de crédito a las pymes. La ley no privatizó la banca pública, ni impide la aparición de una banca de desarrollo estatal.

Muchas de estas medidas ni siquiera son legisladas a partir de leyes sino que son prerrogativas del Banco Central, como la posibilidad de regular las tasas de interés o influir en la asignación del crédito. Si en pos de plantear una batalla épica contra la LEF (amparándose nuevamente en la Ley de Godwin) se plantea el debate como un todo, se estarían empaquetando medidas completamente heterogeneas.

No hay, desde lo económico, ninguna necesidad de asociar la regulación de la tasa de interés o de los spreads bancarios con la creación de un banco de desarrollo. No hay razón para que la decisión de gravar la renta financiera deba tomarse en conjunto con la potestad de las cooperativas de tomar depósitos en cuenta corriente. Puede debatirse si las Pymes merecen un tratamiento crediticio especial (en simultaneo, obviamente, con el debate sobre la regulación para evitar que eso se convierta en un sub-prime argentino) sin necesidad de votar en el mismo momento si los encajes deben ser del 10%, 50% o 100%.

¿Me explico?

Vamos por partes ¿Quieren analizar individualmente medidas de política económica para mejorar el funcionamiento del sistema financiero? Eso vale. Ahí me prendo ¿Quieren embolsar gatos planteando el debate como una batalla final a todo o nada contra el crimen organizado? Ahí paso, o, mejor dicho, ahí voy poniéndole tapones a los botines.

Atte

Ele

lunes, febrero 02, 2009

¡Bienvenido a la Argentina!

Estimados, amigos, compañeros. Demosle la triste bienvenida.

Desde el mes de Enero de 2009 se encuentra entre nosotros, oficialmente, el “Credit Crunch”

Luego de una tendencia decreciente de veinticuatro meses y por primera vez en cinco años, el crecimiento de los préstamos al sector privado es negativo (en término reales).




El segundo y tercer gráfico muestra la evolución de las tasas nominales y reales para distintas categorias de prestamos al sector no financiero. Como se observa, la caida de la inflación de los últimos meses, al no ser acompañada por una idem de las tasas nominales o incluso subas de estas, generó un brutal aumento de las tasas reales (estrictamente deberia usar la inflación esperada y no la pasada).

¿Qué hacemos? ¿Cómo se frena esto? ¿Devaluamos, bajamos las expectativas de devaluación y con eso las tasas o devaluamos, inflamos las expectativas de devaluación y las tasas vuelan? ¿Cómo hacer que los bancos aflojen la liquidez? ¿Tienen que aflojar la liquidez o eso podría poner en riesgo al sistema financiero? ¿Es un problema de demanda del crédito? ¿Ventanitas rifando redescuentos?

¡Por suerte mi amigo Genérico de esto la sabe lunga y seguro tiene una respuesta para cada uno de los interrogantes!

Atte

Ele

PD: Me quedé sin entradas para Alanis Morissete. Alguien se copa y revende la suya al bueno de Elemaco.