El gambito de 2012
El gambito es una arriesgada apertura del ajedrez. A partir del sacrificio de alguna pieza (desde un peón hasta la propia reina) el jugador busca conseguir algún tipo de ventaja futura (material, de tiempo, de posición). Se entrega algo ahora con la expectativa de que, si el juego avanza en el sentido esperado, se estará más cerca del objetivo de mate. El riesgo, obviamente, es quedarse sin el pan y sin la torta. Un sacrificio inútil e improductivo.
Llevando la analogía al terreno economía, 2012 se asemeja a un peón que acaba de ser entregado: aun con el leve repunte esperado para el último trimestre, el crecimiento del año posiblemente no supere el 1.2%, tras una abrupta desaceleración reflejada incluso en las estadísticas oficiales, que por la sobreestimación del año pasado resultó más intensa que las de diversos cálculos privados, desde 8.9% en septiembre de 2011 a 0.1% en 2012. Con este resultado, el país tendría el menor crecimiento en toda América Latina (la proyección de consenso es de 1.5% para Brasil, 3.8% para México, 4.5% para Colombia, 5.5% para Chile o 6.0% para Perú entre otros).
¿Por qué hablar de un sacrificio de 2012? En un nuevo ejemplo del tradicional sesgo procíclico en el manejo de la economía, durante el año las principales herramientas macroeconómicas tuvieron un claro tinte contractivo.
El caso más evidente es el de la política fiscal. Con los ingresos tributarios afectados por la menor actividad y la pobre campaña agrícola (la recaudación de los primeros diez meses del año fue, en términos reales, igual a la del año anterior) el gobierno avanzó en un sensible ajuste fiscal, con un nivel de gasto en franca desaceleración que en el tercer trimestre mostró un crecimiento real negativo por primera vez desde la salida de la convertibilidad.
La composición del recorte es elocuente: el ajuste fue tercerizado, transfiriendo el costo político a los gobiernos subnacionales. La contracción del gasto se concentra en transferencias a las provincias (que crecieron tan solo 18% nominal en el trimestre) y en gasto en capital (+6% nominal). El gasto corriente, en tanto, crece al 34%, y el gasto excluyendo transferencias a provincias, 33%.
El sesgo procíclico se ve también en la política comercial: la regla de superávit comercial de Moreno, implícitamente explicitada a comienzo de año y convalidada con el paso de los meses, tiene la característica de amplificar los ciclos. En un año de malas exportaciones como 2012, el menor influjo de dólares se convierte, a través de Moreno, en una caída de importaciones y desde allí en menor actividad. Un stop and go inducido por la política económica.
Asimismo y paradójicamente, siendo que el cepo cambiario y la reforma de la Carta Orgánica aumentan la potencia y discrecionalidad del Banco Central, la situación monetaria (y cambiaria) tuvo también un sesgo contractivo durante el año, aún en un contexto de fuerte emisión. La liquidez en los bancos descendió hasta ubicarse en su mínimo en años (de la mano de la desbancarización de la economía), el financiamiento se ha encarecido o incluso desaparecido (como la prefinanciación en dólares del comercio exterior) y el tipo de cambio real, aun con la aceleración del ritmo de devaluación del último trimestre, se encuentra un escalón por debajo de los niveles de 2011.
Asimismo, los intentos de forzar la pesificación contractual de la economía han tenido, al menos durante la transición, un efecto contractivo sobre el nivel de actividad al reducir las alternativas contractuales, como refleja de la manera más cruda la actividad inmobiliaria y, con ella, la construcción.
¿Cambiará esto en 2013? Los factores autónomos que hace algunos meses permitían prever una rápida recuperación de la actividad el año próximo, si bien se mantienen, comienzan a atenuarse (la supercosecha agrícola, el precio de las commodities, el crecimiento global y en particular el de Brasil, la situación financiera internacional) y no hay demasiadas razones para esperar un repunte fuerte del consumo y la inversión privada. La política económica deberá jugar, en este contexto, un rol fundamental.
El riesgo, sin embargo, es que el gambito quede a mitad de camino y el sacrificio de 2012 resulte improductivo. Los fuertes desequilibrios monetarios acumulados durante este año ponen un límite a la capacidad de utilizar las herramientas del Banco Central en 2013, la aceleración inflacionaria jaquea el uso del tipo de cambio para política anticíclica. Los excesos fiscales del pasado, la permanente postergación de decisiones impopulares - como el ajuste en las tarifas o subsidios – y la autoimpuesta autarquía financiera reducen el margen de maniobra para el año próximo. El paso de los meses dirá también si Moreno mantiene su regla comercial en caso de que las exportaciones no alcancen el dinamismo esperado, por ejemplo, por una caída en los términos de intercambio desde su máximo histórico en octubre de este año.
¿Logrará el gobierno en 2013 corregir la acumulación de desequilibrios macroeconómicos mientras contribuye a la reactivación económica? Hacerlo requiere un nivel de destreza en la gestión que excede a la simple sintonía fina.
2 comentarios:
Te faltaría agregar la alta fiscal, va ser mella en el sector privado y en la cuenta de ingreso publico, las ganancias que cobra el estado es la ganancias de este año. Pinta lindo. Saludos.
No entiendo. Un gambito implica un sacrificio voluntario, apuntando a obtener una posicion mejor que beneficie a futuro.
Pero, yo no veo que el gobierno quiera sacrificar nada, menos voluntariamente.
Cuales son las medidas "de sacrificio" que voluntariamente ha tomado el gobierno que apuntan a una mejora de posicion a futuro?
Utis
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