El maíz y la soja Dos aliados impensados para las reservas hacia fin de año
La campaña agrícola 2012/2013 presenta un conjunto de factores atípicos respecto a campañas pasadas que podrían generar en los próximos meses noticias positivas que apuntalen la declinante evolución de las reservas.
En primer lugar, la crisis del sector triguero produjo un cambio en el mix productivo agrícola hacia un mayor peso relativo de la soja. Este desplazamiento, que paradójicamente podría implicar un saldo positivo de hasta US$ 1.500 millones durante la campaña, implicó un cambio en la estacionalidad del ingreso de divisas que fue menor durante el primer trimestre del año, de unos US$ 1.200 millones, que, en situaciones normales, deberían haber sido compensados hacia mediados de año. A su vez, estos cambios se complementaron con un segundo efecto, más contemporáneo y de mayor magnitud.
La presenta campaña de soja presenta un patrón anormal de atraso en el ritmo de ventas. Hasta mediados de agosto, en el promedio entre las campañas 2004/05 y 2011/12, el 77% de la cosecha había sido vendida a exportadores o a la industria, cifra que cae a 60% en la presente campaña. Esta postergación de la venta equivale a 8,2 millones de toneladas o US$ 4.200 millones en exportaciones que, en circunstancias normales, ya habrían sido liquidadas a esta altura del año. Si bien esta mayor retención de stocks sojeros refleja en gran medida una decisión de portafolio que prioriza la preferencia por un activo indexado al dólar, el mayor ritmo de devaluación y las perspectivas de menores precios futuros, podrían normalizar el patrón de liquidaciones en los próximos meses.
Mientras tanto, crece la incertidumbre asociada a la campaña de maíz. En julio pasado, la Presidenta anunció que en la campaña agrícola 2012/2013 la Argentina estaría alcanzando un nuevo récord de producción agrícola de 105 millones de toneladas, por arriba de las 104 de la campaña 2010/11. El anuncio trajo como novedad una notable corrección al alza de las proyecciones de maíz hasta 32 millones de toneladas, generando una fuerte brecha por sobre las estimaciones del sector privado (cerca de 25 millones de toneladas).
Analistas del sector coinciden en que las actualizaciones metodológicas implementadas son sólidas y representan, de ser exitosamente implementadas, una mejora importante respecto a la medición previa, en base a un proyecto en el que se viene trabajando desde hace años. Pero creen, sin embargo, que la estimación en la presente campaña presenta resultados anómalos tanto en relación a los rindes empleados, sobreestimados por una extrapolación simple de las previsiones para las hectáreas medidas con el método anterior, como en lo referente al número de hectáreas sembradas, donde surgen datos de color de difícil explicación como la duplicación del área de maíz en Venado Tuerto o en Santiago del Estero.
Los datos de comercio exterior agregan más incertidumbre: a julio de este año, las exportaciones acumuladas de maíz ascendían a 15,4 millones de toneladas (13,8 desde marzo, cuando comienza la cosecha de la presente campaña), cifras históricamente altas, que superan en 26% y 31% el récord previo.Esta sorpresa positiva es consistente con dos historias. Por un lado, el nivel de exportaciones registrado reflejaría una menor absorción (contracara, por ejemplo, de la mayor liquidación de stocks vacunos) y una menor retención de stocks, con ventas anticipadas respecto a un ciclo normal de liquidaciones. Por el otro, sería el nivel de exportaciones que se observaría si, efectivamente, la producción fuera de 32 millones de toneladas.
El reciente anuncio de liberación de tres millones de toneladas de maíz para exportación lleva el cupo total a veinte millones, por arriba de las dieciocho millones de exportaciones disponibles que surgen de los cálculos privados, y en línea con la previsión oficial de mayor producción. Si bien no hay al momento elementos que permitan discernir entre ambas explicaciones, existe un riesgo al alza en las exportaciones de maíz que podrían adicionar hasta US$ 1.000 millones al saldo exportador para el año.
La combinación de ambos factores (la posible existencia de mayor maíz del previamente estimado y la aceleración en las ventas de soja) podría dar buenas noticias en los próximos meses, interrumpiendo o incluso revirtiendo –aunque lamentablemente sólo de forma transitoria– el sendero declinante de las reservas durante 2013.