Me dirán, desde un altar de autoridad moral, que es porque tengo odio, por egoísta, porque me molesta la Asignación Universal y ver como los pobres suben la escalera social y se me acercan. Que quiero frenar el proceso de desarrollo con integración y distribución que transformó la estructura productiva del país. Me llamarán funcional a la derecha, facho, pro dictadura, infame. Dirán que respondo a alguno del mapa de los malos, que quiero interrumpir los juicios a represores. Que es porque tengo plata, que pienso en Miami y que, oligarca, quiero mantener mis privilegios y disfrutar de mi renta. Dirán que no puedo ver la realidad, que Clarin me la oculta y me manipula, que soy un golpista no dispuesto a tolerar la voluntad del pueblo, que democracia es bancármela si algo me disgusta y que solo tengo las urnas para quejarme y que mientras tanto me tengo que callar, o armar un partido. Me acusarán de antipatriota y de hacer campaña antiargentina o de librepensador.
Y todo ese juicio sobre mi lo harán sin saber quién soy, sin conocer mis principios ni de dónde vengo. Juzgan mi integridad sin saber a que aspiro, ni el esfuerzo que hago para estar donde estoy o para llegar adonde quiero llegar. No importa si soy laburador, si pago mis impuestos o si soy generoso, buen padre, hijo, esposo o amigo, si soy honesto, si me preocupo por los demás o si quiero a mi país. Nada de eso importa, todo es de segundo orden frente al hecho de que no soy parte. Si no quiero “ser orgánico” es suficiente para meterme en la bolsa de bosta.
Y luego me recordarán la crisis de 2001 y me hablarán del crecimiento a tasas chinas y del desendeudamiento, la renegociación de la deuda y el pago al FMI, de la nacionalización de las AFJPs, Aerolineas y AySA, de la soberanía hidrocarburífera y la estatización de YPF, de las notebooks, de la AUH, de la moratoria previsional, la negociación colectiva y la suba del salario mínimo y del salario real, de la caída del desempleo, la informalidad, la pobreza y la indigencia, del gasto en salud y educación, de la obra pública y la infraestructura, de la inversión y la reindustrialización, de la matriz productiva, de las exportaciones y su no primarización, la sustitución de importaciones y el consumo interno, del tipo de cambio real alto y del superávit fiscal, de las retenciones, de la reforma de carta orgánica del BCRA, de las reservas y de pesificar el pensamiento, del matrimonio gay y, claro, de la ley de medios, de los juicios a los dictadores y sus secuaces, del regreso de la política, del entusiasmo de los jóvenes, de la pluralidad de voces, de la integración sudamericana y Venezuela en el MERCOSUR…
“Aja” les contestaré “vení, charlemos una por una mejor”. Algunas me gustan mucho, otras poquito, otras nada y otras me parecen simplemente mentira. No tengo ningún problema en festejar las que comparto y debatir las que me disgustan…sin embargo no, no tiene nada que ver con eso.
Es por la inflación más alta del mundo, por los cincuenta y un muertos de once, por querer culpar al perejil que manejaba y por el despido con aplausos del funcionario responsable, porque destruyeron el INDEC y las estadísticas públicas, porque mienten la inflación, por el juicio penal a las consultoras, por mentir el crecimiento y dibujar la encuesta permanente de hogares, por la inconvertibilidad del peso y por saber que en el medio del cepo cambiario hay algunos amigotes que se están haciendo un festín, por bastardear lo que queda del MERCOSUR, por las trabas caprichosas y arbitrarias a las importaciones, porque el capricho llevó a que falten hasta pañales, remedios oncológicos o material quirúrgico, por la maquinara de propaganda estatal, la pauta oficial y el avance sobre los medios bajo pretexto de la “teoría de los dos demonios mediática”, por 678 que pagamos todos, por la cooptación y privatización del estado por el partido que gobierna, por el nuevo prólogo del Nunca Más, por esos Qom, Ferreyras e indoamericanos que se le escapan al relato, por la utilización de la AFIP para acallar opositores, por el abuso de las cadenas nacionales y los escraches a los Tosellis de este mundo que ya no se animan a hablar en público por miedo a represalias, por la persecución a Graciela Bevacqua, por la Campora privatizando las políticas sociales, las colectas de campaña “voluntarias” entre los empleados de las administración pública y los camporitas en las escuelas primarias, por Ciccone y la maldita impunidad de un vicepresidente corrupto que se llevó puesto un juez, un fiscal y al Procurador de la Nación, por los Daniel Reposo, las Beatriz "no hay fuga de capitales. De eso no se habla" Paglieri y los Guillermo “acá no se vota” Moreno, por bastardear el acto electoral adelantando elecciones, con candidaturas testimoniales o el oportunismo del voto a los 16, por la ley antiterrorista, la bolsa de Felisa, por Skanska, los sueños compartidos de Schoklender, los feedlots de Echegaray, por la complicidad K en el vaciamiento de YPF que no se borra con el relato emancipador de la estatización, por la política energética y de transporte y el derroche en subsidios y los viajecitos de Jaime y por esos diez años de crecimiento que no logran evitar que los trenes descarrilen y choquen o que al menos uno de cada dos chicos termine la secundaria, por los terrenos de Calafate fiscalizado por la hija de Alicia, por esos plazos fijos en dólares que les dieron 12% de interés, por la modificación tributaría entre gallos y medianoche para evitar que los deudos de Nestor Kirchner paguen impuesto a la herencia, por la valija de Antonini y las de Southern Winds, por los fondos de Santa Cruz, por esos tres asesinados en la ruta de la efedrina que financiaron la campaña, por el “blanqueo/lavado” de 2008, por los “Vamos por todo, por todo!”, Por la connivencia con la delincuencia organizada del futbol que financiamos entre todos, por las salidas culturales de Vazquez a dos días de haber sido condenado por prender fuego a su esposa…
No sé si son validas o suficientes, mucho menos si tengo razón. Sólo sé que, aún si fuera el único que lo creyera, la misma Constitución que legitima al gobierno protege mi derecho a expresar mi disconformidad frente a las autoridades. De eso se trata una República y de eso se trata la Democracia
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