Será por el calor, será la necesidad de vacaciones (porque la semana festiva nunca jamás me alcanza), será que todavía no vi en
lapoliticaonline.com esa encuesta que dice que la intención de voto de Cristina está de nuevo en el treinta y poco porciento, será la
incertidumbre de la dulce espera o simplemente porque, según dicen, el
24 de enero es el peor día del año para el estado de ánimo . No lo sé. Lo cierto es que arranqué 2011 sintiendo que todo el debate económico en el que estamos inmersos se parece a una película mal doblada de sábado a la tarde en algún canal de aire.
“Uh, mira lo que están pasando” decís cuando haciendo zapping, te cruzas con los Cazafantasmas, Bettlejuice o la revancha de los nerds. Si bien te entretiene un rato, al poco tiempo te das cuenta que no sólo la visual ochentosa le quita el encanto que tenía hace 30 años, sino que ya la viste tantas veces que hasta te sabés los diálogos.
¿Cuál es la relación entre la concentración de mercados y la inflación?
Una de las primeras lecciones que los economistas recibimos cuando empezamos la carrera es que concentración de mercado no es sinónimo de poder de mercado. Es decir, lo importante no es si son una, dos o doscientas empresas las que venden un producto, sino si la posición de mercado es aprovechada en perjuicio del consumidor (donde "consumidor" no es otra cosa de la manera mainstream de llamar al trabajador!).
Todo economista se cruza en algún momento de su formación con el
modelo de Bertrand, que data de mediados del siglo XIX. El argumento del modelo es bastante simple. Si compiten entre sí, alcanza que haya dos firmas en un mercado para que ninguna de las dos tenga poder de mercado (es decir, pueda cobrar un precio excepcionalmente alto). Es decir, al final del día lo importante es cómo se comportan (si compiten o no compiten) y no cuantas son.
Ahora bien, ¿Cómo afecta la inflación al poder de mercado de las firmas?
Un fenómeno empírico archiregistrado de todo proceso inflacionario es que a mayor inflación, mayor dispersión de los precios incluso al interior de un mismo mercado. Es decir, cuanta más alta es la inflación, mayor será la diferencia que uno va a encontrar en el precio de un mismo producto en distintos locales (Hay evidencia para Argentina
acá, EE.UU
acá, para Israel
acá entre muchos otros. Quien quiera los papers que
chifle).
Pero ¿Por qué la inflación aumenta la dispersión de precios?
Mariano Tommasi,
en un trabajo de 1993 con una mátematica no para cualquiera pero con argumentos bastante intuitivos, propone algunas ideas sobre el vínculo de la inflación y la dispersión de precios (algo parecidas q las que sosteníamos
acá).
Imaginen que deciden salir a comprar un par de zapatillas. En su primera compra, recorrerán cinco, diez locales hasta encontrar el que tenga las zapatillas al mejor precio. Pueden repetir el procedimiento en su segunda compra, pero a medida que se repitan las compras se vuelve cada vez más innecesario: con las compras del pasado uno puede construirse un mapa de los locales para distinguir los baratos de los caros (lo cual le llevó tiempo ergo dinero).
Ahora bien, si en algún momento el local más barato decide subir sus precios, el consumidor podrá castigarlo simplemente comprando en otro local, lo cual a priori lo desincentivaría a subir el precio. Es decir, cuanto mayor sea la información que maneje el consumidor, menor el poder de mercado del vendedor (en el límite el consumidor tiene toda la información disponible y estamos en caso de “competencia perfecta” de manual).
Ahora bien, el problema es que a mayor inflación, mayor la frecuencia con la que los locales ajustan sus precios con lo cual la información que haya acumulado el consumidor tenderá a depreciarse más rápido. Como no conviene acumular un stock que se deprecia rápido, el consumidor tiene menos incentivos a estoquear información de precios de otros locales, lo cual otorga una ventaja al vendedor: podrá subir su precio sin miedo de perder su cliente, para quien salir a buscar información es ahora más costoso acumular información. A rio revuelto, ganancia de pesador.
Si esto efectivamente es así, cuanto mayor sea la inflación, mayor será el precio que puede poner un local sin temor a que el consumidor lo abandone, es decir: la inflación otorga poder de mercado al vendedor, que podrá cobrar un precio más alto que en un entorno, más competitivo en el que el consumidor pudiera elegir mejor o, lo que es lo mismo, los salarios reales serán más bajos que sin inflación.
Como distintos vendedores, en función de las características del mercado, podrán hacer un uso diferencial de este beneficio cobrando distintos márgenes, el corolario natural será que, justamente, mayor inflación se transformará en mayor dispersión de los precios. Es decir, más inflación, mayor poder de mercado, mayor dispersión de precios. Voila!
Conclusión: En un mundo donde los consumidores tienen información imperfecta, la inflación induce comportamientos no competitivos de los vendedores. La causalidad va para el otro lado. No serían los mercados concentrados los que inducen la inflación sino que, en cambio, es la inflación la que otorga poder de mercado.
Atte