miércoles, enero 26, 2011

Ennavarrando la cancha inflacionaria

Me mandan en el post anterior una nota de Norberto Navarro de página 12 de hace unas semanas, donde sostiene el punto del elevado poder de mercado de las comercializadoras minoristas, argumento que, como sabemos, es utilizado por algunos para explicar el proceso inflacionario.

A partir del poder de mercado que tienen estas grandes empresas, presionan a los proveedores para mejorar sus condiciones de compra y mediante un proceso de fuerte remarcación de los productos obtienen márgenes extraordinarios. Según un reciente estudio de la Facultad de Economía de la UBA, el margen neto promedio sobre facturación de las cadenas de supermercados en Europa y Estados Unidos es del 1,5 por ciento. En Argentina, hasta hace cinco años era del 3 por ciento. Ante el fuerte crecimiento de la demanda, ese margen ya alcanza el 3,8 por ciento.

(Las negritas son mías. ¿Alguien tiene acceso al documento de la FCE al que hace referencia?)

¿Leyeron bien?

El margen neto creció de 3.0% a 3.8%.

Vamos de nuevo, y le cambio la notación de punto a coma decimal por si alguien usa algún otro sistema.

De 3,0% a 3,8%

Es decir, y suponiendo por simplicidad que margen neto es igual a margen bruto, que, a pesos de 2005, si la cadena de supermercados compraba a $ 100 y vendía a $103 hoy cinco años después vende a $103.8, es decir, un 0.77% más caro. La concentración del mercado minorista generó una inflación interanual de 0,15% (y eso que el margen puede ser resultado de pagar menores costos y no necesariamente de cobrar mayores precios).

Microeconómicamente puede ser una fortuna de plata pero macroeconómicamente….

0,15% anual….

I rest my case.

lunes, enero 24, 2011

Inflación y poder de mercado

Será por el calor, será la necesidad de vacaciones (porque la semana festiva nunca jamás me alcanza), será que todavía no vi en lapoliticaonline.com esa encuesta que dice que la intención de voto de Cristina está de nuevo en el treinta y poco porciento, será la incertidumbre de la dulce espera o simplemente porque, según dicen, el 24 de enero es el peor día del año para el estado de ánimo . No lo sé. Lo cierto es que arranqué 2011 sintiendo que todo el debate económico en el que estamos inmersos se parece a una película mal doblada de sábado a la tarde en algún canal de aire. 

“Uh, mira lo que están pasando” decís cuando haciendo zapping, te cruzas con los Cazafantasmas, Bettlejuice o la revancha de los nerds. Si bien te entretiene un rato, al poco tiempo te das cuenta que no sólo la visual ochentosa le quita el encanto que tenía hace 30 años, sino que ya la viste tantas veces que hasta te sabés los diálogos. 

Una de esos estados “Cine Shampoo” se me genera cada vez que veo en la blogosfera el siempre presente debate de “la inflación se explica por los mercados concentrados” (cuyo exponente más cercano posiblemente sea Escriba). Mucho se ha escrito sobre la supuesta relación entre la estructura de los mercados y el proceso inflacionario, cuyo mejor corolario es, posiblemente, este ya antológico post del profe Olivera. Sin embargo, porque no aprovechar la parsimonia veraniega para darle una vuelta de tuerca más 

¿Cuál es la relación entre la concentración de mercados y la inflación? 

Una de las primeras lecciones que los economistas recibimos cuando empezamos la carrera es que concentración de mercado no es sinónimo de poder de mercado. Es decir, lo importante no es si son una, dos o doscientas empresas las que venden un producto, sino si la posición de mercado es aprovechada en perjuicio del consumidor (donde "consumidor" no es otra cosa de la manera mainstream de llamar al trabajador!). 

Todo economista se cruza en algún momento de su formación con el modelo de Bertrand, que data de mediados del siglo XIX. El argumento del modelo es bastante simple. Si compiten entre sí, alcanza que haya dos firmas en un mercado para que ninguna de las dos tenga poder de mercado (es decir, pueda cobrar un precio excepcionalmente alto). Es decir, al final del día lo importante es cómo se comportan (si compiten o no compiten) y no cuantas son.

Ahora bien, ¿Cómo afecta la inflación al poder de mercado de las firmas? 

Un fenómeno empírico archiregistrado de todo proceso inflacionario es que a mayor inflación, mayor dispersión de los precios incluso al interior de un mismo mercado. Es decir, cuanta más alta es la inflación, mayor será la diferencia que uno va a encontrar en el precio de un mismo producto en distintos locales (Hay evidencia para Argentina acá, EE.UU acá, para Israel acá entre muchos otros. Quien quiera los papers que chifle). 

Pero ¿Por qué la inflación aumenta la dispersión de precios?

Mariano Tommasi, en un trabajo de 1993 con una mátematica no para cualquiera pero con argumentos bastante intuitivos, propone algunas ideas sobre el vínculo de la inflación y la dispersión de precios (algo parecidas q las que sosteníamos acá). 

Imaginen que deciden salir a comprar un par de zapatillas. En su primera compra, recorrerán cinco, diez locales hasta encontrar el que tenga las zapatillas al mejor precio. Pueden repetir el procedimiento en su segunda compra, pero a medida que se repitan las compras se vuelve cada vez más innecesario: con las compras del pasado uno puede construirse un mapa de los locales para distinguir los baratos de los caros (lo cual le llevó tiempo ergo dinero). 

Ahora bien, si en algún momento el local más barato decide subir sus precios, el consumidor podrá castigarlo simplemente comprando en otro local, lo cual a priori lo desincentivaría a subir el precio. Es decir, cuanto mayor sea la información que maneje el consumidor, menor el poder de mercado del vendedor (en el límite el consumidor tiene toda la información disponible y estamos en caso de “competencia perfecta” de manual).

Ahora bien, el problema es que a mayor inflación, mayor la frecuencia con la que los locales ajustan sus precios con lo cual la información que haya acumulado el consumidor tenderá a depreciarse más rápido. Como no conviene acumular un stock que se deprecia rápido, el consumidor tiene menos incentivos a estoquear información de precios de otros locales, lo cual otorga una ventaja al vendedor: podrá subir su precio sin miedo de perder su cliente, para quien salir a buscar información es ahora más costoso acumular información. A rio revuelto, ganancia de pesador.

Si esto efectivamente es así, cuanto mayor sea la inflación, mayor será el precio que puede poner un local sin temor a que el consumidor lo abandone, es decir: la inflación otorga poder de mercado al vendedor, que podrá cobrar un precio más alto que en un entorno, más competitivo en el que el consumidor pudiera elegir mejor o, lo que es lo mismo, los salarios reales serán más bajos que sin inflación.

Como distintos vendedores, en función de las características del mercado, podrán hacer un uso diferencial de este beneficio cobrando distintos márgenes, el corolario natural será que, justamente, mayor inflación se transformará en mayor dispersión de los precios. Es decir, más inflación, mayor poder de mercado, mayor dispersión de precios. Voila!

Conclusión: En un mundo donde los consumidores tienen información imperfecta, la inflación induce comportamientos no competitivos de los vendedores. La causalidad va para el otro lado. No serían los mercados concentrados los que inducen la inflación sino que, en cambio, es la inflación la que otorga poder de mercado.

Atte

Ele

sábado, enero 15, 2011

Derechos BEAticos

Nosotros se los regalamos el jueves a la tarde y el sabado a la mañana los citan a ellos! La BEA tendria que hacer un piquete, che!

L

Pd: Decí que Campa hizo el lunes la primera cita (creo) de Clarin a la BEA en el cuerpo del diario

jueves, enero 13, 2011

“BEA para Todos” presenta: IPC-ESC Alimentos

Complementando la reciente publicación que el amigo Natalio Ruiz hiciera de su IPC-CqP desde ESC presentamos a la sociedad al flamante IPC-ESC Alimentos, siguiendo esa política gratuita y open-source que tan bien se lleva con la descentralizada y descontracturada “cultura blogueril”.

El IPC-ESC Alimentos, como su nombre lo indica, es una estimación del capítulo “Alimentos y bebidas” del índice de precios al consumidor en función de los datos de ocho provincias argentinas que aún hoy presentan su información desagregada a nivel capítulos o equivalente: Chubut, Neuquén, La Pampa, Jujuy, Santa Fe, Misiones (que tienen un retraso desde Julio), Tierra del Fuego y Rio Negro, cuya evolución interanual puede verse en la siguiente presentación.
El IPC-ESC Alimentos incluye un ligero cambio metodológico respecto al índice construido por Natalio en CqP. Utilizamos el método de análisis de componente principal que permite obtener una estimación que representa el componente común en la inflación de todas las provincias. El dato así obtenido se utiliza para correr una regresión simple sobre el índice de alimentos oficial para el periodo 2002-2006 desde donde se extrapola para llegar al presente. Los resultados se presentan en el siguiente gráfico.



Creemos que esta metodología representa una mejora respecto al promedio simple de los datos de las provincias no intervenidas. Nótese, por ejemplo, como el IPC-ESC alimentos ajusta mejor al IPC-GBA durante el periodo sin intervención respecto al promedio, que parecería sistemáticamente subestimar la inflación oficial.


¿Cuál es la estimación comparada del IPC-ESC Alimentos en relación a otras mediciones privadas?

Como puede verse en el siguiente gráfico, el IPC-ESC Alimentos tiene una evolución muy similar a la estimación de alimentos y bebidas de Inflaciónverdadera.com desde 2008 (desde cuando existen las primeras estimaciones interanuales) a la fecha. En perjuicio del IPC-ESC, inflacionverdadera.com tiene una actualización mucho más rápida. En beneficio tiene una muestra bastante más grande y un lapso de tiempo más extenso. Las estimaciones de Buenos Aires City, por su parte, con datos interanuales desde enero de 2010, fueron durante el año sistemáticamente más altas, alrededor de 7% por arriba de nuestra estimación.
Ahora bien, ¿Cómo ir un pasito más allá para aprovechar la sinergia que puede generarse entre los distintos blogs de la BEA?


Simple. A partir de la estimación de Natalio de la inflación nivel general y de nuestra estimación de inflación de alimentos y bebidas podemos construir un simil índice de inflación subyacente, eliminando de la primera el aporte de la segunda, lo que (creo que poco marketineramente) hemos intitulado IPC-BEA Core, que no es otra cosa que el IPC-CqP neto del IPC-ESC Alimentos*. Voila


Hechas las presentaciones de rigor, y ofreciendo al público la serie histórica para descargar acá, quedamos a vuestra disposición en los comments.

Atentisimamente

El equipo de ESC (Gene, Ele y, desde las sombras, Gabriel Zelpo)

*La fórmula utilizada es: (IPC-CqP - 31%*IPC-ESC alimentos) / (1-31%) donde 31% es la participación de alimentos en el total.

miércoles, enero 05, 2011

Mapamundi de la BEA

Original post de Matías, miembro de la BEA que recién acabo de conocer, aunque escribe hace casi un año, con una entretenida etiquetación de la Blogosfera Económica.

(Nuestro ego siempre hambriento descansa pachorro y bien alimentado!)

martes, enero 04, 2011

Proyección ESC 2011

A pocos días de terminado 2010, y aún en proceso de ponerme al día con las novedades durante los días de mi finalizado receso festivo, no dejo de sorprenderme con las lecturas divergentes que distintas personas pueden hacer viendo más o menos los mismos datos. Mientras, por ejemplo, el amigo Escriba se mofa de la idea de estanflación o aplaude que los salarios en dólares (¿?) crecerían un 17% en 2011 según Bein, mi lectura del año que termina me deja un sabor bastante amargo y muy pocas ganas de reírme despreocupado. 

No puedo dejar de pensar que 2010 fue un año de fin de ciclo. Así como 2003-2006 fue el periodo en el que los indicadores sociales mejoraron como resultado del crecimiento y la creación de empleo, en 2010 vimos el fin del segundo ciclo kirchnerista. Es decir, el periodo en el cual el gobierno logró impedir el deterioro social a partir de la expansión del Estado de bienestar. La aceleración del proceso inflacionario desde fines de 2009, que llevo la variación de precios desde 13%/15% en diciembre 2010 a los 24%/26% actuales logró echar por tierra gran parte de los beneficios de la Asignación Universal que fuera implementada un año atrás.

Es decir, a pesar de las nuevas transferencias directas a alrededor de cinco millones de personas, a pesar de la suba de 61% en el gasto público en términos reales, a pesar del crecimiento acumulado de 15% en los últimos 4 años no puede afirmarse que la situación social a fines de 2010 sea mejor que la de fines de 2006. Asimismo, el mercado laboral tiene poco dinamismo, en un contexto de bajo desempleo macroeconómico, tanto en términos de cantidades (el empleo creció entre 2.5% y 3% en 2010) como de precios, con un salario real prácticamente estancado o hasta en caída, incluso a pesar de la apreciación real.

*no olvidar que los salarios de los no registrados tienen este problemita.

Mirando hacia adelante, la buena noticia es que, inducido por factores endógenos y exógenos, las restricciones presupuestarias tradicionales (financieras, fiscales o cambiarias/de balance de pagos) ubican a la economía bastante lejos de un contexto de crisis, lo cual no es poco para un país como la nuestro. Como resultado de los avances en la reinserción financiera internacional, de la elevada liquidez internacional, de la soja nuevamente en precios records, del acelerado crecimiento en la recaudación tributaria, de la licuación de deuda pública y externa y la acumulación de activos internacionales o del enanismo de nuestro sistema financiero, entre otros, hoy la probabilidad de crisis es bastante baja.

Sin embargo, y a pesar de que las restricciones no acogotan, hay varios factores que hacer prever que la demanda agregada difícilmente muestre la dinámica del pasado (algunos anticipados acá)

En primer lugar, es probable que las exportaciones tengan una pobre evolución durante el año. Con una campaña agrícola que ya se sospecha se ubicará por debajo de los valores de 2010 y, sobre todo, por el pobre panorama europeo y el enfriamiento esperado en Brasil (para quien se estima una reducción de casi 4% en su crecimiento y el fin del ciclo de apreciación del real), posiblemente el crecimiento interanual no se encuentra muy por arriba del mínimo número de dos dígitos.

El panorama de la inversión es mixto. La construcción fue una de las grandes decepciones de 2010, con un crecimiento no mucho más alto que el de la economía en su conjunto (cuando es un rubro altamente procíclico) en un contexto de altos precios y poca actividad inmobiliaria. Creo que el país debe aún vivir la corrección del mercado inmobiliario que ya experimentó gran parte del mundo, lo cual sería una muy mala noticia siendo que la construcción fue la principal fuente de creación de empleo de la última década.

La formación bruta de capital, en cambio, mostró una dinámica interesante durante el segundo semestre del año, que posiblemente se extienda a 2011. Tres factores convergerán este año, y sinceramente me cuesta especular sobre cuál es el que dominará: La necesidad de invertir en mantenimiento y reposición tras un largo periodo de bajo inversión para satisfacer la demanda creciente, la apreciación de la moneda que abarata los bienes de capital y el efecto “esperar y ver” que afecta la inversión como resultado de la incertidumbre. Difícilmente veamos un boom inversor, aunque lo más probable es que se parezca más al escenario de fines de 2010 que al de principios del año.

Es en el consumo privado donde creo que veremos la desaceleración más importante. En primer lugar, y por las razones mencionadas más arriba, no veo a la masa salarial creciendo mucho durante el año, en particular la de los no registrados con más dificultades para evitar retrasarse en las escaladas de precios y salarios. En segundo lugar, durante 2010 existió el efecto de una vez de la Asignación Universal puesta en marcha a fines de 2009 por casi 2% del PBI que no existirá en 2011 (es decir, sólo la variación real de la AUH respecto al PBI es expansiva). En tercer lugar, el consumo de 2010 fue principalmente dinamizado por la compra de bienes de consumo durable (autos, lavarropas, heladeras, plasmas, etc) que difícilmente se repita en 2011. Mi humilde impresión del crecimiento de los bienes de consumo durables es que se explican por (a) la caída en la propensión a ahorrar y (b) el paso de stocks de ahorro a bienes, ambos fenómenos impulsados por la inflación y de corta vida.

Queda así el consumo público como el ancla al crecimiento y la evolución del gasto del último trimestre del año, con gasto creciendo entre 40% y 50% interanual con amplio uso de financiamiento del BCRA (repito, 40% y 50% interanual), son sólo una muestra de lo que creo veremos durante 2011.

Dado un crecimiento esperado de la demanda la pregunta es si la oferta agregada, en un contexto de baja capacidad ociosa, logrará seguirle el pulso. Como se sabe, las señales de una oferta que no le sigue el ritmo a la demanda son dos: aceleración inflacionaria y crecimiento de las importaciones. Lo primero es conocido, la inflación se aceleró entre 10% y 12% puntos en 2010. Lo segundo empieza a ser preocupante, con importaciones que aún a fin de año crecían a más del 50%. Creo que sentiremos restricciones de oferta en 2011 como no se vio en ningun otro año de la última década.

En conclusión, y como el año pasado, aquí dejo registrado mi pronóstico. Así como para 2010 estuve casi 2% por arriba del “consenso”, este año estoy 1.2% por abajo del 5,2% promedio del REM. Mi número mágico es 4% con una inflación con un piso de 25%.

Apuro el cierre de un post que se hizo demasiado largo, e invito a seguirla en los comments. Creo que 2010 fue un año de transición y que 2011 da inicio a un nuevo-viejo ciclo (sabremos en algunos meses si el tercer ciclo K o el primero post K). Nuevo porque será distinto de los recientes, viejo porque tendrá muchas de las características que Argentina tuvo durante décadas. Es decir, es problable que el crecimiento acelerado empiece a abandonarnos, no así, lamentablemente, el proceso inflacionario.

Ojala a Escriba le toque reírse último, porque sino no habrá mucho de que reírse.

Atte

L

PD: Aclaración. Esto refleja mi opinión y no necesariamente la de Gene